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imagen de Nuestra Señora, la dió a besar a la bija doliente,, haciéndole también la señal de ía cruz cuyas diligencias fue ron remedio tan poderoso, que dentro de tres días la hija que dó buena y sana y los padres llenos de contento. En otra oca sión, se hallaba esta misma hija tan doliente de los ojos, que pensaban perdería enteramente la vista, y haciendo el varón santo la señal de la cruz quedó del todo curada. Experimentó también la virtud milagrosa de este siervo de Dios la madre de dicha joven, cuyo nombre era Magdalena. Estando ésta en cinta, dió una caída de tanto peligro, que viniéndole lue go los dolores del parto, creían todos que había de ser desas troso. En este conílicto acertó a llegar el P. Lorenzo, el cual mandó a los circunstantes que se arrodillasen y dijesen el Ave María y dando a la paciente la imagen de Nuestra Señora, cesaron al instante todos los dolores y quedó restablecida en su entera salud, dando a luz, después a su tiempo, un hijo con toda felicidad. Más admirable fué el milagro que obró el siervo de Dios con el hijo mayor de los consortes Jaime y Antigua Cors, ve cinos de la parroquia de Sarriá, cuyo hijo que se llamaba Francisco mereció de Dios le resucitase de la muerte a la vida per las oraciones y méritos de nuestro P. Lorenzo. Por-' ser este milagro tan insigne, nos ha parecido justo referirlo con las mismas palabras con que lo refirió el Ilustre 3r. D. Juan Saba- ter, Arcediano de Barcelona, dignidad de la Santa Iglesia Ca tedral de Barcelona, siendo de edad de 60 años cuando hizo la relación que es del tenor siguiente: “Acuérdome que habrá treinta años poco más o menos, que siendo yo clérigo en el Monasterio de Pedralbes, oí decir que a Micer Jaime Cors y Antigua, su mujer, vecinos de aquel monasterio de la parro quia de Sarriá, se les había muerto un hijo que se llamaba Francisco y por la amistad que yo tenía con ellos y en parti cular porque confesaba a la Antigua Cors, fui a su casa para consolarlos y hallélos llorando, y con ellos estaba Micer Juau y su mujer, padres de la dicha Antigua y todos muy descon solados por haber muerto poco había el dicho su hijo. Están dolos yo consolando vi entrar al P. Fray Lorenzo de Huesca, — 76 —
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