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vota costumbre que el P. Lorenzo dejó establecida en dicho, convento de Santa Eulalia, pero creemos que habiéndose ex­ tendido la fábrica de dicho convento y adornado el monte de­ sierto con otras capillas y varios monumentos de piedad, y siendo por esto muy frecuentado de las gentes, los Superiores privarían a los novicios de tributar aquel devoto culto a la Virgen en dicho lugar, a ün de conservarlos en mayor' retiro. El año 1804 se hizo alguna averiguación sobre dicha santa' ima­ gen y según tradición, pudo saberse que estuvo por algún tiem­ po en el presbiterio de la Iglesia de donde se cree fué sacada por estar muy deteriorada. Y como el dicho convento de Santa Eulalia fué santificado ya en sus principios por medio de esta sagrada imagen, a fin de renovar su memoria] y veneración s¡e puso otra en el mismo cuadro de la antigua con el mismo ti­ tulo de Nuestra Señora de la Pobreza y se colocó delante de la sala donde los novicios rezaban el oficio parvo de la Virgen, renovando con esto y conservando en lo posible los santos fines de devoción y afecto que el P. Lorenzo quería que to­ dos tuviesen a Nuestra Señora. A todos estos cultos y obsequios que acabamos de referir, añadía el varón devoto el dar cualquier cosa que se le pidiese por amor de la Virgen. “Padre, le decían a veces los religiosos,, deme esa cuerda por amo.’ de Nuestra Señora” y luego se la quitaba y se la daba. Y aunque fuese el hábito o cosa de algu­ na entidad, no tenía reparo en darlo y concederlo. Era muy devoto de rezar el himno: “O Gloriosa Domina”. En fin, era tal su devoción y afecto a la Virgen Santísima y la llevaba siempre tan presente en su memoria, que podemos decir, que cuanto hacía, pensaba o decía er'a por su amor, culto y ve­ neración. Y esta buena madre correspondía tan admirablemente al amor y fidelidad de este su siervo, que le concedía las más se­ ñaladas gracias y le dispensaba los más singulares favores, como se verá en los sucesos que vamos a referir. Cuando el siervo de Dios venía de Italia, mereció que la misma Santísima Virgen se le apareciese, acompañada de otras dos Santas, según él mismo lo confesó al P. Vicente de? — 72 —

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