BCCCAP00000000000000000000140

con aquel rigor que dijimos de 110 comer cosa alguna. Llevaba siempré en el pecho una devota imagen de Nuestra Señora, a la cual profesaba santa devoción y reverencia, que cuando al­ guno la quería ver o adorar, era preciso que se arrodillase y dijese el Ave María y esto aunque fuese sujeto de alta gra­ duación, como sucedió con el señor Arzobispo de Tarragona, llamado Tades. Deseó este ilustrísimo ver aquella santa ima­ gen, pero el P. Lorenzo no lo consintió pin que el primero se arrodillase y dijese el Ave María, lo que cumplió el devoto Pre­ lado, el cual dijo después a los suyos que había sentido den­ tro de sí tal fuerza, que le inclinó a arrodillarse conociendo la santidad y simplicidad de este capuchino. No f'ué menos la devoción y reverencia que tuvo a otra santa imagen de la Virgen que halló en la ocasión que vamos a referir. Fué una vez el siervo de Dios con los novicios a vi­ sitar una pequeña ermita o santuario llamado Nuestra Seño­ ra de Belén, el cual está en lugar desierto, distante como me­ dia legua de nuestro convento de Santa Eulalia. Aquí, des­ pués de celebrar el santo sacrificio de la Misa, hizo limpiar y barrer la iglesia en cuyo ejercicio halló abandonada una pe­ queña imagen de Nuestra Señora y aunque estaba malparada y medio gastada la cogió el varón santo con tanta devoción y afecto como si hubiese hallado un riquísimo tesoro. La tomó y llevó consigo al convento de Santa Eulalia V después de re­ pararla y recomponerla con alguna habilidad que tenía de iluminar, la colocó en una capilla que él mismo con sus pro­ pias manos hizo en una cueva que estaba en la montaña del mismo convento, llamándola Nuestra Señora de la Pobreza. Para solemnizar esta devota función, dispuso que todos los religiosos formados en procesión fuesen acompañando la santa imagen hasta la dicha cueva, donde se quedó él toda aquella noche perfeccionando la capilla y dando alabanzas a la Virgen, y después, por espacio de ocho días iba a rezar el oficio de Nuestra Señora y cantar la Salve y otras oraciones de cuyos devotos ejercicios quedó la costumbre de ir los no­ vicios a rezar el,oficio de Nuestra Señora delante de aquella ■sagrada imagen. No sabemos cuánto tiempo perseveró esta; de— 71 —

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz