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oes, hermanos, en qué pensáis ahora y cómo andais tan ra teros, y si veía alguno que anduviese distraído o que llevase la mente ociosa le reprendía queriendo que viviesen més en el cielo que en la tierra. A los seglares persuadía que fuesen a las iglesias a oír la palabra de Dios, de la cual él era muy de- vc-to. Si alguna vez hallaba gente fuera de la iglesia cuando se predicaba, a todos reprendía y persuadía que entrasen, y si tai vez alguno se resistía, le tomaba por el brazo y le obli gaba a entrar sin que nadie se mostrase ofendido. Pero el efecto más principal de esta caridad y amor de Dios, tué el amor y caí'idad de los prójimos, porque siendo tan conjuntos estos dos amores, que el uno no puede estar sin el otro, era preciso que quien estaba tan abrasado en orden a Dios, lo estuviese también en orden a los prójimos. Fué a la verdad cosa admirable, ver a este venerable Padre rígido, aus tero y al parecer sin compasión alguna en lo perteneciente a su persona y al mismo tiempo, tierno, compasivo V amoroso en las necesidades y dolencias de sus prójimos y hermanos. Si alguna v¿z vendo de camino hallaba algunas personas po bres, se movía a (anta compasión, que se le rompían las entra ñas. Padecía un novicio cierta llaga asquerosa que le daba mucha pena, lo que sabido por el caritativo varón se aplicó a su remedio curándola y limpiándola con toda caridad, ha ciendo al mismo tiempo que el novicio dijese el Ave María u otras oraciones, o que pensase en la Pasión del Señor, con cuyas caritativas diligencias le dejó enteramente curado. En la villa de Valls había unos sujetos que desde mucho tiempo vi vían reñidos y en antiguas enemistades, y deseoso el varón compasivo de componerlos y ponerlos en paz, dispuso jun tarlos en la librería del convento sin saberlo el uno del otro y cuando podía temerse algún infortunio por razón de la ene mistad, él les infundió tal respeto y les persuadió con tanta importancia, que se concordaron y fueron en adelante muy amigos. En otra ocasión, procuró que cierto caballero que des de mucho tiempo estaba excomulgado, quedase libre de aque lla censura y satisfaciese las deudas. A otras dos personas de la parroquia de Sarriá que vivían mal, las separó y una hija — 69 —
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