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.grande, repitiendo esto muchas voces con un fervor imponde­ rable. La víspera de su muerte lo halló el P. Guardián con una alegría extraordinaria, preguntóle la causa y el siervo de Dios, compelido de la obediencia y de su natural candor, le respon­ dió que veía a la Santísima Virgen, que acompañada de mu­ chos ángeles y Santos esperaba su alma para llevarla al cie­ lo. Aquella noche le significaron los religiosos, que si moría antes del día, celebrarían todas las Misas por su alma, a los que respondió; grande dicha sería para mí, pero no quiero sino que haga Dios conmigo lo que fuese de su agrado. Poco antes había explicado sus deseos de salir de esta vida, pero luego añadió; si el Soñor me dice, espejaos un poco, há­ gase su voluntad, y si me dice venid luego, ni más ni menos. Medio cuarto de hora antes de expirar, perdió el habla, 111 a» no el conocimiento y todo este rato lo pasó golpeándose el pe­ cho, puestos los ojos en el cielo, tan abiertos que parecían otro tanto mayores. Así expiró, mirando el camino que había de seguir su alma; su rostro quedó tan sereno y agradable que infundía devoción en cuantos le miraban. Fué su preciosa muerte en sábado, a las 5 de la mañana del día 22 de diciem­ bre del año 1607, a los cincuenta y tres años, seis meses y cinco días de su edad y veintiséis años, dos meses y dieciocho días de Religión. Fué sepultado en el sepulcro común de los religiosos. La devoción indiscreta aceleró la disolución de su cuerpo, hacien­ do desaparecer mucha parte de sus huesos. La crónica de la Orden, refiere hasta treinta milagros que se dignó hacer el Se­ ñor en crédito de su siervo después de su muerte, por medio de sus reliquias en Huesca, Zaragoza, Daroca, Tudela y otras partes. Un cirujano de la ciudad de Huesca, cuyo nombre se omite de propósito, robó el cráneo, y con sus polvos que daba disimuladamente a beber a sus enfermos, hizo curaciones tan maravillosas y superiores al arte, que se hizo sospechoso, por lo cual lo denunciaron al Santo Tribunal. A fin de purgarse de la sospecha, se vió precisado a revelar el secreto, restitu­ yendo la porción del cráneo que existe entre las reliquias. He oído referir este suceso a varios ancianos dignos de todo cré— 61 —

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