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Es ciertamente pequeña la grey, pero armada con la virtud de Dios a modo de un poderosísim-o ejército, triunfará con la gracia divina, de la impiedad y de los vicios por todas esas regiones. Y no será gran cosa y extraña, si aquel Señor que, por medio de doce Apóstoles enviados por todo el mundo, ahuyentadas por todas partes las tinieblas del error, lo llenó todo con la luz de la divina verdad, El mismo obre estas co­ sas en' tu reino y en todos los lugares circunvecinos por medio de estos doca religiosos que con su superior van al Africa para su gloria y la salvación de tantos pueblos. Tu Majestad reci­ birá al mismlo Cristo en estos sus pobres que han renunciado a todas las cosas del siglo para unirse más firmemente a su Dios y servirle con mayor fidelidad. Van, es verdad, entera­ mente desprovistos de los bienes exteriores y caducos, pero llevan consigo y son ricos de las verdaderas y sólidas riqueza» de la sabiduría y ciencia de Dios con que poder enriquecer copiosamente las naciones del Africa. Y no nos cabe la menor duda, que tu singular piedad, que ha llamado a su lado con tanto interés a religiosos procedentes de tan remotos países, ies favorecerá y protejerá con un benigno patrocinio cuando los tenga en su presencia. Pues de esta manera acontecerá que darán el fruto deseado con su llegada a Tu Majestad, y que estos religiosos movidos por el ejemplo de esto y ani­ mados con tu celo y benignidad, partirán de nuestro conti­ nente alegres y confiados para esas regiones con el fin de promover esta gran obra de Dios, y con sus oraciones y fiel cooperación, te serán de no pequeña ayuda. Nos, que llevamos a Tu Majestad con afecto verdaderamente paternal en lo más íntimo de nuestro corazón en las entrañas de Jesucristo, y que consideramos todas tus cosas y bienes, como propios nuestr'os, no dejaremos de auxiliarte, de todos los modos que podamos con e* Señor. Mientras tanto, rogamos con empeño al Señor que con la afiue*cia de su santa gracia, conceda toda clase de felicida­ des a Tu Majestad, a quien de nuevo y con todo el afecto de nuestra alma damos Nuestra paternal y Apostólica bendición. Dado en Roma, en Santa María la Mayor, bajo el anillo del _ 41 —

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