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ejecutar cuanto su Santidad se dignase ordenar acerca de este asunto. No pudo, sin embargo, disponerse con la presteza deseada, pero ya el año 1621 el Papa Paulo V designó superior de esta misión al P. Luis de Zaragoza, llamado por otro nombre. “El Caspense”, de quien más adelante haremos mención especial, para que escogiendo doce religiosos españoles, los que fueren más de su agrado y creyese más a propósito, se partiera a la conversión del reino del Gongo. Dióle Su Santidad una carta de presentación de los Misioneros al Rey, de aquella misión,, muy laudatoria para los capuchinos. No podemos resistirnos al deseo de transcribir aquí dicha carta no sólo por el sin­ gular afecto claramente revelado en ella hacia nuestra Orden Capuchina, sino también y mucho más porque en ella se ve confirmado cuanto decimos del celo de los nuestros por la gloria de Dios y salvación de las almais, y alaba el buen olor de santidad que difundían por todas partes con su buen ejemr- plo, su espíritu de pobreza y desprendimliento de los bienes V riquezas terrenales, y por su gran copia de riquezas espiritua­ les, como son la virtud y la ciencia. Dice así: PAULO V, PAPA a nuestro carísimo hijo en Cristo, Alvaro, llre. Rey del Congo.. Carísimo hijo nuestro en Cristo, Salud y apostólica ben­ dición: Enviamos a Tu Majestad unos varones religiosos de la Orden Franciscana, de la más estricta observancia de la re­ gla, a los que llamamos Capuchinos, como Nos los habías pedido por carta y por mediación de tu orador y representan­ te nuestro amado hijo Juan Bautista Vives, refrendario de la Signatura Apostólica. Estos, abrasados por el celo de la honra de Dios y de la salvación de las almas, marchan ahí para luchar con denuedo con el enemigo del género humano.. — 40 —

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