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zaban de parte del demonio con grandes penas, enfermedad- des y castigos, que decían les había de venir a todos los que iban a los sermones y tomaban la enseñanza; estos soberbios, ministros del demonio continuamente ponen asechanzas a nuestras vidas, y mucho más contra los que predican con­ tra los errores, y por esta causa en la tierra y provincia de- Amaná, en un lugar que llaman San Juan Bautista, mataron a lanzadas y con saetas, al P. Fr. Agustín de Villavicena,. luego que acabó de decir Misa, y de predicarles un sermón con grande espíritu y fervor. Por' las causas referidas y muchas dificultades, hasta el año 1062 a 1663 no vimos frutos de consecuencia; y este año se mandó relación de todo a VV. EEX, y porque dudamos si la relación enviada llegó o se perdió, vengo yo para mani­ festar los fr'utos de esta Misión, hechos con la ayuda de Dios, y lo primero que debo decir*, es el habernos oído Díosr que se han juntado muchos indios infieles, y con ellos se han hecho siete- poblaciones en forma política, en diversas provincias y naciones y con nuestras mismas manos nueve Iglesias, cor­ tando nosotros la madera necesaria, llevándola a cuestas sobt'e nuestros mismos hombros; las cuales iglesias con todo lo ne­ cesario, conservamos sin asistencia alguna de príncipe ni señor; éstas iglesias son dilatadas y en cada una cabe mucha gente; en ellas celebramos las Misas con mucha frecuencia del culto divjino y se les predica la palabra de Dios en la misma lengua de aquellos infieles, muy dificultosa de aprender. El primer sermón que se les pr'edicó en su propia lengua fué de la omnipotencia de Dios, de la gloria, del cielo, de la inmor­ talidad del alma, y habiendo oído estas cosas, muchos infie­ les de repente dieron voces de alabanza a Dios, siendo las primeras que toda su vida habían tributado; entre las cosas q.ue decían, eran estas: ¡Oh gran Dios! ¡Oh Dios bueno! Y esto con tanta ternura, afecto y alegría, que oyendo nosotros de los habitantes de aquella tierr'a las divinas alabanzas, llo­ ramos mucho de alegría. El número de los convertidos a nuestra santa fe, son algo más de diez mil, y algunos de ellos de los más inhumanos, __ 345 —

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