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cias, señalándole para ella la Isla de Granada, con licencia (si no era recibjido en ella), de pasar él y sus compañeros a otras? tierrm ele infieles, donde 110 hubiera Misión. Y habiendo con seguido esta licencia, después de haber andado por mar y tierra con gran trabajo, hasta llegar a la Isla referida, ya por no haber sido recibidos en aquella tierra, usando la facultad con cedida, pasó con sus compañeros, y después de haber nave gado tres días, llegaron a ia provincia de 'Gumlaná. Consultaron la causa de su venida con el Obispo de aque llos territorios y con su licencia y consejo pasaron a las tie rras más cercanas de los indios infieles, entre los cuales tra bajaron mucho y fué más lo que padecieron con gran valor y constancíia por algunos años, que el fruto que sacaron. Fué Dios serado, después de tantos trabajos que padecieron los religiosos (entre los cuales murió Fr. Francisco de Pamplona el año 1651), de inspirar a la Majestad católica de Felipe IV, que enviase seis religiosos de la provincia de Aragón y otros tantos de la de Andalucía, y todos llegaron al paraje de la Misión, que era todo de indios infieles. Lo primero que debo decir es que estos indios viven en una parte del mundo llamada generalmente, América, la cual corre por el gran río Orinoco, y el Reino de la Nueva Grana da, en distancia de cuatrocientas leguas de Oriente y de Sep tentrión, a Mediodía, se tiene por cierto que es mucho mayor la distancia, y de cierto, hasta ahora, no se ha conocido: Di vídese en varias provincias, como quedan nombradas. Toda aquella tierra es mucho más que buena y fructífera; pero sus habitantes son muy perezosos y omisos en cultivarla, porque se contentan con muy poco. Tiene muchos ríos grandes y pe queños de excelentísima agua, muy sana; tiene gran variedad de árboles y ninguno tiene semejanza con los que se conocen en Europa; algunos árboles de aquella tierra son semejantes a los del Paraíso, porque dan todos los meses del año nuevos frutos, uno se llama cacao, otro coco, otro papayo, cuyas fru tas son muy buenas y gustosas y todo el año se conservan con el adorno de las hojas siempre verdes y los campos floridos y con mucha hierba; el temple de la tierra comúnmente es — 339 —
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