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P. Cambantes, no se cuidaron de su impresión y lo dejaron perder”. También los manuscritos de Milán se hacen eco de la exis­ tencia de este rumor o duda por aquel tiempo, sin afirmarlo ni negarlo, con estas palabras, que*están insertas en el elogio que hacen del siervo de Dios: “Aunque no falta quien afirma que el venerable Fr. José de Carabantes le suministró (al P. Tauste), la materia y algu­ nos cuadernillos”. Esto después de haber' atribuido la pater­ nidad de las predichas obras a nuestro biografiado. Queda, pues, consignado y manifiesto que el uno hizo su trabajo en lengua caribe y el otro en lengua chaima, que er'an totalmente distintas. SU REGRESO A LA MISION Y SU MUERTE Vuelto a Cumaná después de la impresión de astas obras U t il ís im a s para los Misioneros, continuó trabajando incansa­ blemente por espacio de diez y ocho años, sufriendo muchos sinsabores y contradicciones y recibiendo por fin el martirio del veneno de manos de los mismos indios por quienes tanto se había sacrificado en todos los órdenes, espiritual, intelectual y corporal. Suministráronle un veneno con el que pretendían darle una muerte desesperada para que muriera rabiando, y en efecto, murió a consecuencia del veneno que le propinaron en odio a su fe. Mas en lugar de morir como ellos deseaban, des­ esperado y rabioso, murió pacíficamente y rogando a Dios por los que le envenenaron, perdonándoles de todo corazón, el año 1698. “ Fué el venerable P. Francisco de Tauste (dice el P. Anguia- no), varón de vida inculpable, trabajó por más de cuarenta años en la conversión de los indios con gran fruto. Adornóle Dios con especiales dones de su gracia y le concedió el de lenguas, de las cuales hizo arte, vocabulario y catecismo, que imprimió en Madrid, en cuarto, el año 1680. Después volvió a Indias y al cabo de tantos trabajos, le dieron veneno lo9 — 323 —

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