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doctrina, y se entregó al ordinario el año 1712, quedando a la administración de Clérigos seculares hasta el de 1754, que por estar muy atrasada a causa de las tiranías que con los mi­ serables indios ejecutaban los Misioneros seculares y los cu­ ras, fué nuevamente entregada como todas las demás doctri­ nas, y las sirven los Misioneros en calidad de curas doctri- ner'os. “ Tiene al presente (1780), una hermosa iglesia de nuevo fabricada, que según avaluó de inteligentes, asciende su valor a mil pesos y el de las alhajas y jocalías a cuatrocientos, ha­ biendo en estas cantidades suplido Su Majestad cien pesos;, las comunidades y trabajo personal de los indios del misma pueblo, doscientos, y el resto de mil cien pesos los Misio­ neros” . “ Se han 'bautizado desde la fundación del referido pueblo, 1622 almas; se lian celebrado 552 matrimonios, y se han en­ terrado 898 personas que han muerto en la comunión de nues­ tra Santa Madre Iglesia; aunque ha tenido algún fomento desde el refei'ido año de 1754, no se ha logrado cumplido, por la decadencia en que se halló, y sólo tiene al presente 281 a l­ mas, que las administra el R. P. F r. Matías de Aranda. en ca­ lidad de cura doctrinero, como cura del pueblo de Rincón,, a quien está entregado este de Nuestra Señora del P ila r.” De la vida de este venerable varón hace un r'esumen el Pa­ dre Lodares, diciendo: “ Misionero de grande empuje y fervor, pasó muchos años en las Misiones; padeció grandes trabajos en el Reino del Benin, y no fueron menores los que tuvo que so­ portar en la Misión de Cuinaná. E n vida y después de su muer­ te honróle Dios con varios prodigios; tuvo don de lenguas y ce­ lo incansable por la salvación de las almas. Acaeció varias ve­ ces, estando diciendo misa, al tiempo de alzar la Sagrada Hos­ tia, verse en sus manos un hermosísimo niño lleno de resplan­ dores y luz celestial, que con tiernos ademanes recreaba su espíritu. Gozó algunas veces de esta visión un indio gentil,, que. admirado do la hermosura del niño convida¡ba a los de­ más para que lo vieran. Nc obstante esta visión, el indio di­ lató el bautizarse hasta la última enfermedad, no porque fuese — 306 —

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