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fuerzas y su celo en bien de los prójimos, coronaron su apos­ tolado con el martirio. Y esto mismo sucedió también con los Misioneros Capuchinos de Cumaná, los principales de los cuales terminaron su vida recibiendo el martirio de manos de aquellos a quienes comunicaban o deseaban comunicar y dar la vida del alma, la vida de la gracia. El primero de éstos fué el P. Miguel de Albalate. Nació este religioso en Albalate del Arzobispo, perteneciente, en lo civil, a la pi'ovincia de Teruel, y en lo eclesiástico, al Arzobispado de Zaragoza. En el tomo del II volumen de los cinco libros, rela­ ción de bautizados, que se conserva en el archivo parroquial de la villa de Albalate, so halla la partida de bautismo, que es como sigue: “En veintinueve de Diciembre, año 1645, fué bautizado Miguel, hijo de Juan Vicente y María Bertiad.” Al margen de esta partida se lee: “Miguel Vicente. Murió mártir siendo Capuchino en las Indias.” A la edad de cerca de 21 años ingresó en nuestra Orden Ca­ puchina tomando el santo hábito en el convento de noviciado de Tarazona, el) día 7 de Diciembre de 1666, de manos del Padre Diego de Pradilla. Es sin duda Albalate la población aragonesa que mayor »( ntingente de vocaciones dió a nuestra religión Capuchina, como se colige de una relación titulada “Nómina de los re­ ligiosos Capuchinos existentes en el año 1863”. Sabido es, que por este tiempo llevaban los capuchinos, así como los demás religiosos de España, cerca de treinta años de exclaustración, y por lo tanto habrían muerto para esta fecha muchos de los exclaustrados. Pues bien, en este año se cuentan noventa y tres Capuchinos aragoneses que vivían dispersos por ciudades y pueblos de Aragón, de los cuales, veinte, o sea más de la quinta parte eran del pueblo de Albalate, incluso el Provincial. Y uno de los más ilustres entre todos ellos es nuestro bio­ grafiado, quien en la flor de la edad, y en sólo tres años de Misiones en Cumaná logró copiosos frutos entre los indios salvajes, y como premio y corona de sus apostólicos trabajos conquistó la palma del martirio, que .se la dieron los mismos — 200 —