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Guando el Consejo Real tuvo conocimiento de estas dos cartas, al ver en ellas ciertas coincidencias, puesto que el Pa­ dre Magallón, sin pensarlo oonfirmaba las injusúas afirma­ ciones de su propio acusador*, expidió la Real Cédula en que se prohibía que fueran más religiosos a Venezuela y mandando que se retiraran a España los doce Capuchinos que allr había. Guando llegó esta Real Cédula a Venezuela, ya estaban to­ dos los religiosos en sus respectivas Misiones, y habían ven­ cido las pr'imeras dificultades, fundando en Los Llanos la po­ blación de Tuenragua, y en Gumaná Nuestra Señora de los Angeles de Guácharo. Reconociendo estos grandes adelantos en la propagación del Evangelio y reducción de los indios, los Gobernadores de Caracas y Cumaná, de acuerdo con los Ca­ bildos eclesiástico y civil, se opusieron a que los Capuchinos abandonaran sus Misiones, como la primera vez. El Goberna­ dor de Cumaná acudió incluso a la violencia y publicó un bando amenazando con gravísimas penas al que se atreviera a embarcar los Misioneros. Convinieron por fin que fueran dos a dar cuenta al Rey de- todo lo que hábía pasado, siendo designados para ello por ei P. Prefecto los PP. Francisco de Tauste y Agustín de Frías, los cuales se embarcaron el año 1661. Una vez llegados a Es­ paña presentaron una Memoria al Consejo Real, la que fué examinada junto con los informes de los Gobernadores de Ca­ racas y Cumaná v demás documentos relacionados con este asunto. Y sucedió que no hubo acuerdo en el Tribunal; míen- tras unos pocos pedían se cumpliera la Real Cédula y se vinie­ ran a España los Misioneros, otros, con su Presidente a la ca­ beza, que lo era entonces D. Mateo de Villa Marín, apoyado por D. Juan Sáenz Navarrete y D. Alvaro Benavides, presen­ taron a Su Majestad un \oto particular en un larguísimo in­ forme, haciendo historia de lo ocurrido y abogando por la per­ manencia de los Capuchinos en Venezuela, del cual extrac­ tamos lo siguiente: “En el Memorial de Fr. Agustín de Frías y Fr. Francisco de Tauste, Religiosos Capuchinos que Vuestra Majestad remi­ tió al Consejo, hacen constar el gran fruto que se ha consegui— 278 —

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