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siquiera una idea remota de estas verdades fundamentales de religión. Debieron contribuir mucho a este embrutecimiento sus muchos vicios y enormidades. Todos los indios andan desnudos, sin más ropa que el “guayuco” para Ja decencia y la honestidad.” Inventaron los Misioneros varios medios para introducirse entre esos bárbaros, y si bien al principio concibieron lison­ jeras esperanzas, luego se desvanecieron, porque las prome­ sas hechas por un «cacique, que decía tener autoridad entre los indios, no se cumplieron; esto les facilitó la entrada, pero los indios no quisieron reducirse. Conociendo los Misioneros que, mientras no terminara la guerra entre españoles e indios, no era posible pensar en la reducción de éstos, les pareció conveniente dar misiones en las ciudades y pueblos de españoles, ya para estar constante­ mente ocupados en su ministerio, y ya también para promo­ ver la gloria de Dios y la salvación de aquellas almas que es­ taban muy necesitadas. La primera ciudad que recibió los benéficos influjos del apostolado del P. Car'abantes y sus compañeros, fué la ciudad de Cumaná, en la cual fué tan grande el fruto de la misión, que parecía una Ninive en penitencia. De aquí pasaron a dar misión a las otras cuatro poblaciones, Barcelona, Cumanacoa, Cariaco y Cumanagotos, que estaban muy necesitadas de ella, debido a la escasez del cler'o y a la falta de instrucción religio­ sa, así como también a la mezcla de españoles y criollos con los negros importados de Africa, por lo cual unos y otros, ol­ vidada toda ley, se entregaron a los excesos de una vida li­ cenciosa. El resultado fué tan satisfactorio como en Cumaná. Al tener notlicia de esto los habitantes de Caracas, pidieron con instancia a los Misioneros que pasaran a predicar una misión en dicha capital, que era cabeza de la Capitanía gener'al. La misión se dió en la Santa Iglesia Catedral, con asistencia de los Cabildos eclesiástico y civil y de todos los fieles grandes y pequeños; y sin detenemos en detalles acerca del fruto ob­ tenido por los Misioneros, se puede afirmar que la ciudad, de Babilonia de vicios, quedó convertida en paraíso de virtudes. — 275 —

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