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veían acorr'alados por mar y tierra; en Cumanacoa, estabais aun más conprometidos, pues para ir a tomar agua al ri> que está próximo, ¿enían que salir' acompañados de escolta- Pusieron los religiosos todo su empeño en templar los áni­ mos de los indios, y, para estar más cerca de ellos, hicieron un hospicio en Cumanacoa; aquí tuvieron noticia de que era grande el número de los indios en guerra que vagaban por toda ía provincia; supieron las crueldades que cometían, y que eran sumamente pertinaces en no aceptar la paz. Acerca de la condición de estos indios cuya reducción y evangelizadón había sido encomendada a los Capuchinos ara­ goneses, escribe el P. Lodares (1): “Las naciones de indios que habitan esta provincia son muy diversas; unas de mejor na­ tural, otras de condiciones muy extrañas. Comunmente viven todas en las cercanías o riberas de los ríos, pero separadas las casas unas de otras, sin política racional, ni comercio al­ guno; lo más que hacen para su defensa es juntarse para andar vagueando de una parte a otra como manada de ovejas sin pastor. Por ser' la provincia muy extensa y cruzada de ríos cau­ dalosos, nunca se ha podido averiguar el número de indio-5 que la habitan, si bien se cree llegarán a veinte mil. Acerca de sus costumbres, diremos que no tienen religión alguna, ni sociabilidad de ninguna especie; son viciosos, pues­ to que todos practican ia poligamia, y se embriagan en las frecuentes fiestas que preparan con cualquier pretexto; son sumamente perezosos y cuesta mucho obligarles a trabajar pa­ ra que tengan qué comer. Pero lo que más se opone a la conversión, es la supersti­ ción, porque los piaches, que los tienen completamente suges­ tionados, son muchos de ellos verdaderos espiritistas y ejer­ cen este arte diabólico; por lo que es muy difícil hacerles, comprender los engaños en que los tienen sujetos. No es creíble la ignorancia en que estos indios viven acer­ ca de Dios y de la inmortalidad del alma, pues no tienen nt (1) T om o I, pág. 41. — 274 —