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II EL P. MAGALLÓN OBLIGADO A REGRESAR A ESPAÑA CON SUS COMPAÑEROS No se ocultaba al P. Magallón la pérdida que suponía la muerte del siervo de Dios Fr. Francisco de Pamplona para los intereses de la Misión, cuyo defensa en España le había sido confiada; pero no obstante estu, prosiguió trabajando con .sus compañeros en sus tres reducciones de Piritu, San Salvador y San Miguel; contenlándose por entonce© con es cribir al Consejo de Indias y a los Superiores de la Orden' en España, dándoles cuenta de ia muerte del siervo de Dios, de los progresos de la Misión y pidiendo al mismo tiempo el envío de más Misioneros. No pudieron empezar con más fortuna y más felices au gurios su apostolado en los indios de Gumaná, pues cada Misionero quedaba contento con su respectivo pueblo. La pri mera iglesia de la Inmaculada Concepción, de Piritu, estaba servida por el P. Magallón; la segunda erigida con el título de San Salvador de Guanape, corría por cuenta del P. Bel- monte y la tercera dedicada al Arcángel San Miguel, esta ba al cuidado del P. Antonio de Monegrillo. “Pero el enemigo, dice el P. Lodares, no podía ver con buenos ojos los éxitos de los Misioneros entre los infieles, y se valió para estorbar esta obra, de la codicia de unos y emularon de otros, precisamente de aquellos que estaban obligados a protegerla y fomentarla; los cuales conociendo la /aceptación que hiabían tenido los Capuchinos entre los indios, la prosperidad de las Misiones y aprovechando el ar tificioso argumento de que los referidos Misioneros habían sido enviados para la isla de Granada, y por tanto que esta ban allí sin permiso del Rey, escribieron al Consejo de Indias para que los mandara retirar. El primero que promovió la cuestión fué el Señor Gober nador de Nueva Barcelona, a quien, como arriba queda dicho,, había amonestado Fr. Francisco por sus exacciones y trope* — m —
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