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con que los había recibido y se encaminaron a la isla de Margarita, con ánimo de explorar desde allí la costa de 'Fierra Fimie y buscan* una región que necesitara misioneros para reducir los indios infieles. Al desembarcar en el puerto de la Asunción, los llevó a su casa D. Francisco Santillana y Arcóte, Caballero de la Orden de Santiago, muy devoto de nuestra Orden, y como había sido Gobernador de la isla, tenía conocimiento de todos aquellos lu­ gares y les dió la noticia de los indios cumanagotos y de la necesidad que tenían de Misioneros evangélicos que los adoc­ trinaran, pues había muchos bautizados. Les ofreció con mucha piedad V liberalidad cuanto fuere necesario para ornamento y aderezo de las iglesias que se fundaran, indicándoles que pasaran a Gumaná a tratar este negocio con el Gobernador y personas de posición de esta ciudad, en quienes hallarían amparo en materia que impor­ taba tanto al servicio de Dios y provecho de todos. Pasaron, pues, a Gumaná y recibieron muchas noticias de los indios cumanagotos. Supieron que había en aquellos parajes más de ocho mil gentiles, que vivían dispersos por lo; montes, co­ mo salvajes en sus costumbres, no obstante de que muchos eran cristianos por haberlos bautizado un Obispo de Puerto Rico, a cuya diócesis pertenecía Gumaná con tocas sus pro­ vincias. Les administró el Sr. Obispo los sacramentos del Bau­ tismo y Confirmación, en la confianza de que hallaría Misio­ neros que los adoctrinaran; pero se halló defraudado en sus esperanzas porque en sus días no encontró quien se quisiera encargar de instruir estos indios en los misterios de su fe y los preceptos de la Ley Divina, hasta que llegaron los Capu­ chinos, y eso que Gumaná fué lo primero que descubrió Colón el año 1498 en tierra firme y es la par'te más cercana a España del continente americano. Tampoco se habían animado a ello los religiosos que te­ nían conventos u hospicios en las poblaciones españolas pró­ ximas a Cumanagotos, por tener noticias de que era un país muy pobre, destituido de minas. V otras riquezas en que abun­ dan Méjico y Perú. — 260 —

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