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dónde dirigir sus pasos en busca de consuelo. Gomo había llegado a sus oídos el rumor de la santidad y de los prodi­ gios del P. Antonio, la llevó consigo a la hija, a la presen­ cia del varón de Dios, rogándole con muchas instancias in­ tercediese con Dios por la salud de su hija. Movido a com­ pasión y acto seguido, recita sobre ella los Santos Evangelios y en breve tiempo recobró la salud primitiva y la hermosura del rostro. No debe pasarse en silencio lo acaecido en el convento de Borja, en lo cual se ve claramente la eficacia de su oración. Una mujer del pueblo de Albeta, enterada de la fama de san­ tidad del siervo de Dios, llevó consigo un niño de pecho que estaba a punto de expirar, al convento de Capuchinos, v con grandes lágrimas llama al P. Antonio, le presenta la criatu­ ra casi exánime y le ruega encarecidamente haga sobre ella la señal de la cruz. Movido de compasiva ternura, accede a los deseos de la madre y formando sobre el niño la señal de ia cruz y recitando sobre él devotísimamente los santos evan­ gelios, lo entrega sano a su madre. Esta vuelve consolada y como al poco tiempo viera que había desaparecido totalmente la enfermedad de la criatura, envió al convento a dar las gra­ cias al P. Antonio con el encarecimiento y palabras encomiás­ ticas que es fácil suponer. Al verse tenido como santo y mila­ grero por aquella mujer, se llenó de susto y se retiró, pues más quería ser olvidado y despreciado de los hombres que oír de labios de aquella mujer palabras de alabanza. En la misma ciudad de Borja una pobre mujer a cuyos oídos había llegado la fama de este’santo varón, se dirige al convento de Capuchinos, esperando encontrar consuelo en su aflicción y remedio en la necesidad que padecía. Llama al P. Antonio y le manifiesta su pena que consistía en carecer de leche necesaria en sus pechos para criar a su hijito y le ruega muy encarecidamente que se acuerde de ella V de su ne­ cesidad en sus fervorosas oraqiones. Efectivamente el siervo de Dios implora el divino poder a favor de ella y ve la pobre madre muy pronto, con gran admiración, que sus pechos se llenan de abundante leche, con lo que ella quedó consolada, - - 233 —

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