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parco en la comida, que te admiraban los religiosos de que pudiera sustentar su cuerpo con una comida tan escasa. Re­ frenaba su lengua guardando continuo silencio y no hablan­ do palabra alguna sino cuando se le hacía alguna pregunta. Soibresalía en todas las virtudes, de algunas de las cuales po­ demos dar aquí siquiera una breve noticia. Su paciencia fuó insigne, porque fué probada como el oro en el crisol con mu­ chos trabajos,, con grandes molestias y con frecuentes enfer­ medades. Todas estas cosas le producían tal aflicción y pena, que manifestó a su confesor que sólo Dios sabía lo que sufría por su amor. Mas aunque se le viese sumergido en un mar de angustias y sufrimientos, tanto exteriores como interiores, nunca sin embargo, salió de sus labios palabra alguna que denotase queja o sentimiento, ni buscó conversación alguna humana con que aliviar en algo sus dolores o penas. Por estos padecimientos que el Señor le enviaba para probar su paciencia, 110 aflojó en los rigurosos ejercicios de su vida, ni dejó de asistir al coro ni a los demás actos de comunidad, en cuanto le fué posible, sucediendo alguna vez que asistió al canto de las divinas alabanzas con los demás, estando ac­ tualmente atacado de fiebre muy elevada. Tan rigurosos ejercicios de penitencia los escondía a los i.ios de los religiosos y de los seculares, pues aun entre losma» adversos sucesos que tenían lugar a su alrededor se le veía siempre con rostro sereno y alegre. Mientras estuvo conven­ tual en Tarazona, ejerció el oficio de portero, que aunque hu­ milde, pero por ser tan delicado, pues se requiere en el que lo ejercita no poca dosis de prudencia, paciencia y solicitud, solía encomendarse a religiosos probados y maduros y algu­ nas veces a Padres que estaban clasificados como simples Pa­ dres, esto es, que ni tenían título de predicador, ni licencias de .ion tsar, sino solamente celebraban el santo sacrificio de la Misa y hacían otros ministerios propios de todo sacerdote. Entre éstos estaba clasificado el P. Antonio de Piedrafita, que hizo de portero del convento de Tarazona por varios anos. Viiendo los seculares que frecuentaban el convento su vida ejemplar v sobro todo su inquebrantable constancia en tolerar — 227 _

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