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P. JERÓNIMO DE BARBASTRO En el recuerdo de religiosos ilustres de la provincia de Ara­ gón, no se puede omitir al P. Jerónimo de Barbastro, cuya vida adornada de todas las virtudes, er'a muy recomendada y alabada en toda la provincia. Parecía que no se podía exigir más de lo que sfué el P. Jerónimo, ni en la suma pobreza de las cosas, ni en la perfecta obediencia, ni en la guarda de la honestidad, ni en la humildad de corazón, ni en el despre­ cio de sí mismo, ni en el ejercicio y amor de la oración, ni en la exacta y puntual asistencia a los actos de la observan­ cia regular. Además por la suavidad y dulzura de su carácter y costumbres y por la compostura del hombre interior y ex­ terior, arrastraba a los demás religiosos a su imitación, te­ niendo como tenía vinculadas en su persona todas las virtu­ des que hacen recomendable para con Dios y los hombres a todo fraile menor; de manera que todo el que fijaba su vista en él, al punto advertía una imagen perfecta del verdadero hijo de San Francisco. Estando dotado de tantas y tan eximias virtudes, nada extraño es que fuera elegido por los superiores al cargo de educar los novicios, a los cuales, como a plantas nuevas y tiernas trasplantadas al campo de la religión, cuidó con sin­ gular esmero V diligencia, regándolas frecuentemente con avisos celestiales, cultivándolas con sus virtudes, y con los pre­ claros ejemplos de su santa vida provocaba a los novicios al crecimiento de la perfección, marchando delante de ellos co­ mo la columna de fuego delante de los Israelitas, para diri­ girlos a la santidad con la práctica de todas las virtudes que le veían ejercitar. Hacíales frecuentes conferencias, en las cuales les excitaba a la regular observancia, al culto de la evan— 221 —

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