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ciente debían ser intolerables y que parecía se ie prolongaba la vida como de milagro, cumpliendo de esta manera el Señor sus deseos de padecer. Él a este Tin hacía por su parte, que le leyeran ejemplos de la Virgen, las vidas de Santos, o los ejercicios que pone el libro “Trabajos de Jesús” y rogaba a ios ciscunstantes pidieran por él. Si oprimido por el dolor exhalaba alguna queja, luego pedía perdón a Dios y a los que se hallaban presentes. Los religiosos compadecíanse de él por sus muchos dolores, pero a la vez participaban del consuelo y alegría con que lo sufría todo el enfermo, lo cual se manifestaba no sólo en sus pala bras, sino en su semblante, cuando aquéllos le daban alguna tregua. Dos días antes de morir, volviendo en sí después de haber tenido un desmayo, dijo que había hecho voto de ser capu chino. Gomo se le dijera que solamente desearía llevar el hábito durante algún tiempo, pero sin intención de abrazar el estado religioso, replicó que no, que su deseo era ser ca puchino de verdad. Y como al día siguiente, el penúltimo de su vida, manifestase los mismos deseos, el P. Provincial accedió al fin a ellos y por su propia mano le vistió el hábito de la Orden y le admitió en ella como novicio. Desde aquel momento, lleno de contento y entusiasmo era cosa de admi rar que todo lo quería hacer como novicio. No quiso le dieran ya más el trato de señor, sino sólo de novicio, de Fr. Joaquín. Quería que le pusieran cama de tablas y mantas como a los novicios; pero como se le hiciese saber que aun los novicios, cuando enfermos, tienen camas de colchón, se aquietó y con formó con ello. Obedecía en todo como novicio, aunque por su espíritu de independencia y por su carácter estaba acos tumbrado a mandar. Llamó al P. Guardián a quien pidió su bendición para morir y éste se la otorgó, para que en eso tuviera también el mérito de la obediencia, V nada quiso ha cer en lo que le quedó de vida sin permiso del Superior. Vestido del santo hábito y previendo la proximidad de la muerte, dijo a los religiosos que se le pidiese perdón a su amigo (este nombre daba a D. Miguel, su adversario), cuan- — 211 —
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