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turbado, dijo: Padre, tengo unos acreedores a quienes no pue­ do pagar 16 que debo y por eso me quieren encarcelar, mas yo, antes de ir a la cárcel quiero ahorcarme”. El siervo de Dios, arrebatándole de las manos el lazo con que intentaba quitarse la vida, le amonestó a dejar la mala vida y empren­ der otra mejor y más cristiana'y le exhortó con tan eficaces palabras y razones a detestar su mala vida y reconciliarse con Dios, que sin pérdida de tiempo borró con una dolorosa confesión las manchas de sus pecados. Y finalmente por me­ diación del santo religioso, una noble matrona* dió todo el dinero necesario para pagar cuanto este hombre debía a sus acreedores quedando libre de todo j salvo. Fué devotísimo del culto y veneración a la Eucaristía. Por esto, todo el tiempo que le restaba después del cumpli­ miento de los deberes de su oficio, permanecía en la iglesia en la adoración del Santísimo Sacramento. No le fué en balde esta devoción, pues aun en esta vida recibió el premio de aquélla. Estando una vez postrado en cama con fiebre muy alta, después de expiadas sus faltas con una fervorosa con­ fesión y preparándose para comulgar, dijo al sacerdote que entró a su celda llevando la Eucaristía, estas palabras: “Ya ho sido recreado con el pan le los ángeles y no puedo comulgar por segunda vez”. De estas palabras y de los rayos de luz y resplandor que veían salir de sus ojos, dedujeron los re­ ligiosos presentes que había sido consolado y confortado con este alimento celestial por algún ángel del Señor. El que tuvo el don de conocer las interioridades y penetrar en las cosas ocultas de los demás, tuvo también conocimiento de su último fin, el cual dijo sucedería el día de los Santo» Inocentes, y así sucedió; pues tres días ante empezó a en­ fermar y agravándose la enfermedad y recibidos los Santos Sacramentos de la Iglesia, entregó su espíritu al Señor, con­ mutando esta triste vida por aquella otra feliz y bienaventura­ da que no tendría fin. Acaeció esto el día 28 de Diciembre de 1702, en nuestro convento de Zaragoza. — 206 —

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