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tilencial vicio, huía de los corros o reuniones de los que eran -aficionados a este defecto. Gomo el oficio de hortelano en el que ordinariamente estu­ vo ocupado, suele distr'aer la atención y el ánimo a varias partes y cosas, a fin de evitar esto, procuró tener siempre su pensamiento fijo en Dios, sin que fuera capaz de apartarle de la divina presencia cualquier acontecimiento u ocupación que le ocurriera en el trabajo. La presencia de Dios, contri­ buía a que en el trabajo no perdiese el espíritu de oración y devoción, de la cual era amantísimo así como de la asistencia al cor'o, sin faltar nunca por la noche a los oficios divinos, y como s/i la or'ación le diese alas y le aumentase las fuerzas corporales, después de un brevísimo sueño concedido a su cuerpo, levantábase antes que la Comunidad y dedicaba a la •oración casi todo el tiempo de la noche. Para que no le ensoberbeciera la magnitud de los dones de Dios y de las virtudes por él adquiridas, el Señor le probó co­ mo al apóstol San Pablo, pero no con el estímulo de la carne como a éste, sino con la aparición y presencia del demonio, a quien durante varios años tuvo delante de su vista en forma humana y con un aspecto horrible, causándole un tormento difícil de explicar y encai'ecer lo bastante. Pero el valiente sol­ dado de Cristo, todo lo sobrellevaba con una paciencia inque­ brantable, hasta que no pudiendo sufrir el enemigo de nues­ tras almas tanta paciencia y fortaleza por permisión divina, desapareció par'a siempre de su vista. Finalmente, estando de residencia en el convento de Ta- marite, después de recibidos devotísimámente todos los sacra­ mentos de la Iglesia y fortalecido con ellos, dió fin a esta tris­ te vida, volando su alma a recibir en el cielo la corona de la gloria, según piadosamente creemos, en el año del Señor de 1695. — 186 —

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