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la acción de gracias por tan inefable beneficio, fué visto en el coro arrobado muchas veces en éxtasis. Tan grande amor de Dios no podía permanecer en su in terior oculto e inactivo, y como de lo que ama el corazón de eso haibla la boca, ese amor se traslucía en sus palabras, con las cuales, como encendidas en el fuego del divino amor, abra saba los corazones de cuantos le escuchaban, y aún los mis mos corazones fríos, helados y endurecidos de los pecadores los ablandaba y enfervorizaba en el amor de Dios, porque sus palabras eran, como dice el profeta, a manera de saetas que se clavaban y herían sus corazones. , Cuán amado de Dios fuera este santo religioso, pruébanlo los siguientes testimonios, por los que se ve haber sido enri quecido del cielo con el don de milagros y profecías, algunos de los cuales se refieren en los manuscritos. Cierto día, hízose el encontradizo con el sacristán del con vento, y viéndole muy contrariado y triste, le preguntó: “ ¿Por qué estás triste?” A lo que el sacristán respondió: “por que he roto la vasija del vino donde se guarda el que se usa en la Misa”. Hízole reunir los pedazos rotos y tomándolos en su mano y orando un momento, entregó al sacristán la vasija intacta con gran regocijo de éste. Pedro Eloy, vecino de la villa de Tamarite y benemérito de la Orden Capuchina, por ser gran bienhechor, tuvo un hijo que enfermó de gravedad, y como tenía gran concepto de la santidad del siervo de Dios, suplicóle encarecidamente fuere a visitar al enfermo v se dignase alcanzarle la salud con el su fragio de sus oraciones. IIízolo así el santo religioso, fué a casa del enfermo v accediendo a los deseos del padre, hizo oración por él y untando el dedo pulgar en aceite, hizo sobre él la señal de la cruz y el enfermo recobró la salud perdida. He aquí algunos casos que demuestran su espíritu y don profètico. Tres años antes de que sucediera, predijo con gran sentimiento que vendría sobre todo el reino de Aragón una gran plaga de langostas, y sucedió conforme a lo predicho, por que vinieron sobre los campos nubes de langostas que devas— 151 —
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