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galas de la oratoria y literatura que solamente deleitan al oído de los oyentes, sino lo que es mucho más importante, es taban condimentados con la sal de la divina gracia y prepa rados y declamados de tal manera, que eran agradables y sua ves al gusto y paladar de las almas, penetrando hasta el fondo de los corazones. Por lo cual era frecuente la conmoción det auditorio, a lo que seguía la conversión de los pecadores, como le aconteció en las ciudades de Albarracín y Huesca, cuyos habitantes, movidos de la predicación de este apostóli co varón, detestaron la vida pasada en crímenes y borraron con lágrimas de contrición y con una sincera confesión de sus culpas todas las fealdades y manchas de su alma. Predicando la cuaresma en la ciudad de Huesca, cayó en fermo de gravedad a causa del excesivo trabajo y además por que su predicación iba siempre acompañada de mucha ora ción y rigurosos ayunos. Y agravándose la enfermedad nota blemente hasta poner en peligro su vida, con el deseo e inten ción de no defraudar en su ministerio a la ciudad, encomen dóse muy de veras a las oraciones de la venerable Madre Agreda, coetánea suya, a la que veneraba y amaba como a una santa, pidiéndole la salud. Al instante se le apareció y fué vista en la habitación donde el fervoroso predicador yacía postrado en el lecho, y tocando suavemente Ja cabeza del en fermo devolvióle la salud. Con aquel saludable contacto se encontró repentinamente tan bien, que al día siguiente pudo continuar su predicación con estupor y admiración de cuan tos le habían visitado con este motivo y visto con sus propios ojos la gravedad del enfermo. Terminada felizmente la predicación cuadragesimal de Huesca con notable fruto, regresó a su convento, pero desvián dose del camino recto que conduce a él como siempre lo ha cía, tomó el que le llevaba a la villa de Agreda, con el único fin de dar las gracias a la venerable Madre por el beneficio de la salud obtenida por su intercesión. Y lo que es muy de admi rar es, que a pesar de haber tenido frecuentes conversaciones y coloquios espirituales con la Madre Agreda, siempre se ol vidó al menos de hablar de tan grande beneficio, sin que sea — 143 —
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