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Pues teniendo treinta años cuando entró en el noviciado, y habiendo muerto el año 1078, siendo ya de avanzada edad, frase con la cual siempre indican los manuscritos la edad de 80 años, poco más o menos, es evidente que tomó el hábito en los años antes indicados, silgo antes, por lo tanto que Fray Francisco de Pamplona, que ingresó en Tarazona en el novi ciado el año 1637, con la diferencia de ¡que Fray Francisco tomó el hábito para lego y nuestro biografiado para corista. La nobleza de su linaje no fué par'a el P. Francisco un mo tivo o pretexto para llevar una vida más muelle y blanda que los demás novicios, o al menos, un tanto menos rigurosa que ellos, como puede acontecer en semejantes casos; antes al con trario, fué la nobleza para él un estímulo más a manera de aguijón que le espoleaba de un modo admirable a correr con más celeridad que los demás por el camino de todas las vir tudes cristianas v religiosas, y por la observancia regular, des pués de haber hecho el sacrificio de despreciar las vanidades de este engañoso siglo y de haber depositado en manos de los pobres las riquezas con que el Señor le había dotado abun dantemente. Terminado felizmente el año de la probación, se incorpo ró definitivamente a la religión con los votos solemnes de obe diencia, pobreza y castidad, que guardó hasta su muerte. Adscrito en la religión al número de los soldados de Cristo, no aflojó en aquellos generosos deseos y propósitos de que había dado pruebas en el mundo, luchando contr'a los enerni- : gos de su alma, sino que arreció más en el combate con el áni mo que le daba el pertenecer a la milicia espiritual en la Or den Capuchina, y desató todo el ímpetu de su fervor contra la carne y sensualidad como contra el más temible de los ene migos, por ser enemigo doméstico. Frecuentes ayunos, largas vigilias, duro lecho, cruentas flagelaciones y otras austerida des por el estilo, fueron los medios empleados por él para domar su carne y sujetarla al espíritu. Como se había propuesto en su ingreso en la religión le vantar en su alma un suntuoso edificio espiritual de virtud y santidad, creyó, y con mucha razón, que lo primero que part*
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