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Y murió el año 1643 en el convento de Tudela, donde fué se- pultado. Cuán preciosa fuera su muerte en el divino acata­ miento, quiso mostrarlo a los hombres la bondad de Dios con algunos prodigios. La celda en que pasó su última enfermedad y murió, se vió inundada de un resplandor celestial y se sintió una fragancia y aroma extraordinarios durante algunos años, recreando de manera maravillosa el olfato de los que la visita­ ban. También depusieron personas fidedignas, que después de muerto fué visto rezar en compañía de los fieles la salutación angélica y explicar la doctrina cristiana, como lo hacía en vida ^n la iglesia de los Capuchinos de Tudela, así como también en excitarles con su presencia a la devoción de la reina de los cielos Madre de Dios y Madre nuestra (no contento con haber­ lo hecho en vida), como si quisiera continuar después de muer­ to lo que había ejercitado en vida. — 123 —