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Era muy riguroso en sus penitencias. Nunca imponía a. los novicios penitencia alguna que no la hiciera él también^ Si mandaba ayunar a pan y agua, él ayunaba en la misma forma; si imponía una disciplina, la hacía también él a una con el penitenciado, y lo mismo en cualquier'a otra mortifica­ ción tomaba parte como los novicios. Sus ayunos eran tan frecuentes que, además de los prescritos por la Regla, ayu­ naba todas las cuaresmas que ayunaba nuestro Padr'e. Tenía además como regla invariable tomar diariamente una riguro­ sa flagelación. Era costumbre suya de marchar al coro una ho­ ra antes de los maitines de media noche, con el fin de disponer convenientemente su espíritu para cantar con devoción las di­ vinas alabanzas y tener hecha la preparación para la oración mental que hacía la Comunidad a continuación de los maiti­ nes, permaneciendo por lo tanto en el coro lo menos durante tres> horas consecutivas de la noche. Si algún novicio padecía grave tentación, luego que se apercibía de ello, ponía toda diligencia y solicitud en ayudar­ le para que la venciera, no sosegándose hasta comprobar-' que se había desvanecido la tentación. Aconteció una vez, que te­ niendo noticia de que cuatro de sus novicios, 110 sóio estaban tentados de abandonar la Orden, sino que habían formalmen­ te convenido en salirse del noviciado, ios alentó a la perseve­ rancia y propúsoles poderosas razones para que entendieran ser su propósito una tentación del maligno espíritu, y a fin de conseguir de la Divina clemencia que los engañados novicios abrieran los ojos, añadió a sus razonamientos ayunos y peni­ tencias. Mas como ellos persistían todavía en su determina­ ción, reuniendo a todos los novicios en la sala de conferencias,, hízoles una plática tan fervorosa que puso pavor en ellos, e J 1 izo a continuación delante de ellos una sangrienta discipli­ na al mismo tiempo que bañado en lágrimas se expresaba de esta manera: “Oh, Señor, mis pecados y no los de estos ino­ centes son los que han dado motivo y causa a esta tentación.. ^ 0 sojv el culpable, no paguen ellos la pena de mi culpa.” Po­ derosa fuerza la del ejemplo. Guando los novicios, víctimas de la tentación infernal, vieron y oyeron estas cosas, despojáronse: — J14 —....

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