BCCCAP00000000000000000000140

Desnudado del hombre viejo y vestido del nuevo, aun cuan­ do sentía grandes ansias de llegar al fin por él anhelado, esto es, a la profesión religiosa, no pudo conseguirlo, porque des­ pués de pasar sin novedad alguna en su salud la mayor parte del año de noviciado, se sintió inopinadamente acometido de una fiebres tan continuas y malignas que se creyó estaba tu­ berculoso, y siendo del mismo parecer los médicos cuyo con­ sejo fué requerido, fué enviado a su casa paterna, con la espe­ ranza de que los aires y el clima de su tierra natal le serían favorables para recobrar la salud. Y así sucedió en efecto. Apenas libre de su enfermedad, pensó nuestro joven en volver de nuevo al noviciado, más no así sus padres, quienes con el propósito de distraerlo de su vocación, le enviaron a estudiar filosofía y otras ciencias a la Universidad Compluten­ se, donde se dió a conocer su profunda V sólida virtud por el siguiente caso. Un día en que tenían conclusiones públicas y argüía de­ lante de los compañeros con uno de los alumnos de la Uni­ versidad, fué tal la fuerza del argumento que puso a su con­ trincante, que viéndose ésie acorralado y sin salida posible, montando en cólera, descargó sobre su rostro una terrible bo­ fetada.. ¿Qué pasó entonces por la mente de este estudiante he­ rido repentinamente con un golpe tan cruel y afrentoso? ¿Cuál fué su actitud y su primer movimiento ante una injuria pú­ blica? La virtud se pone de manifiesto principalmente en las ocasiones repentinas y no esperadas, como era la que acababa de suceder. Pues bien, nuestro biografiado no hizo otra cosa sino cumplir al pie de la letra el consejo evangélico que nos dejo recomendado el Divino Salvador. De rodillas V con toda humildad y voluntad presentó la otra mejilla al iracundo es­ tudiante. Mucho se comentó este caso en la Universidad, por ser una neñal inequívoca de su gran fortaleza de ánimo el que un joven en quien se siente el hervor de la sangre no sólo pasara en si­ lencio tan cruel y humillante injuria, sino que en una tan célebre academia y en un acto tan solemne en que eran espec­ tadores tantos compañeros suyos, arrodillado ofreciese la otra — 112 —

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz