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ciudad de Lérida con una mujer llamada Francisca de Cas tro, la cual se hallaba tan gravemente enferma, que el médi co no dudó decir que por la noche moriría o perdería el jui cio. Visitóla el varón santo en este trabajo y procuró conso- la d « ^ ^ l| | ^ b r a s de paciencia y conformidad a la voluntad Jffiifreif y tQro$y j jHa por la mano, le comunicó un ánimo y vi- glíor taq j^fficulenQ ^ ue le parecía que la salud se le iba di- vVrd 'j^id^jj^tjm fSrel cuerpo, y se halló sana en la misma n^^¿wT>rro j jil fS n) muy semejante sucedió siendo el siervo de DrekíSy^Sran del convento que entonces teníamos en la villa de Bañólas. Había en un pueblo llamado Puigpalter cier to labrador muy devoto de nuestra Orden, por nombre Mar- tirian Tassis y Ferrer, el cual tenía un hijo muy malo de una ardiente calentura, y para consolarse de esta su aflicción, se fué a dicho convento le comunicó su pena al varón santo y a otro religioso de mucha virtud llamado Fray Antonio de Bae- za, los cuales le dijeron que lo encomendase a Dios y que se volviese a su casa, que el hijo estaría bueno. Cumplióse tan puntual esta promesa de los dos santos varones, que acompa ñando ellos mismos al afligido padre hasta su casa, al llegar a ella les vino a recibir y abrazar el hijo sano y bueno. En otra ocasión, el mismo bienhechor prestó un par de bueyes para conducir un madero muy grande al dicho convento de Bañólas, y al llegar a cierta subida peligrosa, resbaló el ca rro con el madero cayendo encima de los bueyes con tal opre sión, que uno de ellos parecía estar ya muerto. Se hallaron presentes en este desgraciado suceso nuestro P. Lorenzo y el mencionado Fray Antonio, los cuales llenos de fe y de con fianza dijeron a los afligidos conductores que se arrodillasen y dijesen el Ave María, cuya breve oración fué tan poderosa, que siendo necesarios cuarenta hombr'es para levantar el ca rro, el madero y los bueyes, con sólo la ayuda de cuatro se levantaron los brutos sanos y sin lesión alguna y prosiguie ron el camino, con mucha ligereza conduciendo el madero, quedando todos no menos consolados que admirados de tan señalado prodigio. Fué también beneficioso prodigio el que recibió Gualdarique Montagut, labrador de la villa de Geret. - 100 —
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