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amor divino que tanto le transportaban, y de los cuales habla ba en sus conversaciones con tanto fervor, que inílamaba a los que le escuchaban. Mas no le faltó alguna prueba y trabajo entre tantas de licias y consuelos, porque el demonio, enemigo declarado de los siervos de Dios, no dejó de acometerle con alguna tenta ción, o para atemorizarle, o para perderle; pero el espíritu de este varón fervoroso supo muy bien vencer todas sus as tucias y engaños, según lo demuestra el caso siguiente: Ha llóse una vez acometido de cierta tentación y conociendo la perversidad del enemigo, se fué a la iglesia, donde se quitó el hábito y dejándole a una parte, se disciplinó con gran ri gor, y animado de un espíritu invencible, desafiaba a los de monios del infierno, como quien nada temía de su poder ni de sus engaños. Favorecido pues el siervo de Dios con tantos be neficios por medio de la oración santa, y conociendo la im portancia de ella para adelantar en la perfección, nada desea ba tanto como que los religiosos nunca dejasen tan santo ejercicio, de cuyos deseos nos dejó una demostración muy particular en nuestro convento de Lérida. Fué elegido Discre to en este convento para concurrir junto con el Guardián al Capítulo provincial, que debía celebrarse en Gerona, y lle gando la hora de partir, mientras el P. Guardián iba a la puer ta, el varón santo se fué al refectorio en ocasión que la Co munidad estaba cenando, y arrodillándose delante de los re ligiosos, les hizo tres inclinaciones y les dijo estas solas pa labras: “Oración, oración, oración” ; y levantándose se par tió con su compañero. Cuán admirados quedasen aquellos re ligiosos de semejante demostración, no lo sabemos, pero co nocerían sin duda la importancia del consejo que les dejaba, sabiendo que el religioso hallaba en la oración todo cuanto ha menester para ser perfecto, y que sin ella nada puede ha llar de bueno, sino su perdición. A todas estas virtudes del siervo de Dios añadiremos al gunos milagros que el Señor se dignó obrar por su interce sión, los cuales refieren los originales de la provincia como una prueba de su gran santidad. Uno de ellos sucedió en la - 99 —
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