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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 39 la ceremonia por la tarde ante un altarcito provisional, prestado por las Hijas de María de Irurita. El FVelado bendijo el emplazamiento de la futura iglesia y la primera piedra con el rito acostumbrado. Estaban presentes la mayoría de los sacerdotes del Valle. El pueblo de Lecá- roz fué en procesión con la cruz de la parroquia. Hubo también, a pesar de la lluvia, mucha gente de otros pueblos y una comisión del Ayun­ tamiento del Valle. El señor Obispo terminó concediendo indulgencias a los que diesen limosnas para tan santo fin. Fueron muchos los bienhechores que respondieron generosamente a este llamamiento, bien en tierras bien en limosnas pecuniarias. Las obras comenzaron el 23 de junio del mismo año. En los comienzos de la construcción fray Bernardo de Zugarramur- di siguió hospedándose en casa de don Joaquín Plaza; fray Félix, di­ rector de las obras, en casa del párroco, yendo a comer a Elizondo a casa de los señores Iturria; en casa del párroco se hospedaba también el P. Ignacio de Fuenterrabía, que se dedicaba a confesar y predicar en casi todas las parroquias del Valle, contribuyendo no poco con su apostolado a la recaudación de limosnas y al aprecio de los religiosos. Más tarde, adelantadas las obras, con el fin de inspeccionarlas más de cerca, se hospedaron en el caserío de Achoborroa el P. Angel de Bilbao, fray Bernardo de Zugarramurdi, fray Antonio de Antequera y fray Guillermo de Alcoz. Este último y fray Bernardo recorrieron nu­ merosas veces los pueblos allegando recursos, tanto de material como de numerario. Los vecinos de la villa de Maya trajeron la mitad de la madera. En la construcción del edificio, que se hizo en año y medio, hubo que' lamentar dos percances, uno de ellos de menor cuantía, pues con­ sistió en que, pasando po;: el puente de Echerrei, entonces muy estre­ cho, cayó al río, desgraciándose, una muía que acarreaba material pa­ ra el edificio. Pero el más serio ocurrió después: estando revocando la fachada principal, un obrero cayó del andamio, muriendo de resultas a las pocas horas. Al principio, y para que sirviese de taller de carpintería, se le­ vantó un pequeño cobertizo, que luego se transformó en la actual sala de recepción de las familias que van a visitar a sus hijos. Más tarde se construyeron otros dos pequeños, sirviendo uno para lavadero y matadero (hoy desaparecido) y el otro para establos; éste está hoy convertido en garage, ya que para establos se han construido otros dos. Entre las propiedades que por diversas circunstancias vinieron a juntarse a la institución, han de contarse una casita con un pequeño almacén junto al río, que luego fué vendida, y el palacio de Qharriz con sus pertenencias territoriales, vendido también más tarde y hoy ocupado por las religiosas de la sagrada Familia. En 1894, cuando la visita del Ttvdmo. P. Bernardo de Andermatt y por indicación suya, se compraron parte de los dos montículos situa­ dos al norte del edificio, a fin de evitar que otros propietarios edifi

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