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316 FECUNDA PARENS labra de Dios; el Código Eclesiástico, con la doctrina de la Iglesia; y la Regla de san Francisco, con su ideal de perfec ción. Edificar sobre estos cimientos es edificar para la eter nidad. La columna sería esbelta y cincelada, como puede serlo una vida humana, moldeada en la orfebrería monástica de la observancia, regular. La estatua sería un capuchino. Serías tú. animoso estu diante que bebes a grandes sorbos la sagrada ciencia en los re niñamos del coristado. Serías tú, virtuoso Hermano Lego que perfumas de violeta las oficinas todas de los conventos capu chinos. Serías tú, Profesor, Predicador, Sacerdote... que en el callado laboratorio dél estudio y contemplación aplicas la an tena del espíritu a. las ondas del más allá para difundirlas con el altavoz de tu palabra sacerdotal entre las muchedum bres hambrientas de eternidad. Serías tú, Misionero de lejanas tierras... Jornalero del Padre de Familias que dejas caer si miente d£ martirio tal vez en el surco que en tu Estación Mi sional abrió la reja activa del Crucifijo misionero. Serías tú, religioso capuchino cualquiera que sea la condición, lugar o actividad, en que sirves al Señor a■ las órdenes de Id Obe diencia. ’ ' . . Y, sin tomar para modelo los rasgos de ninguna fisonomía, quisiera darle los rasgos de todos los capuchinos, aunque para lograrlo fuera preciso arrancar trozos de altar y páginas del santoral. Así liaría al capuchino del siglo XX, tal como lo'quie re el Romano Pontífice; despreciador de “ las .exquisitas 'co modidades de la vida’’ (1), infatigable apóstol del mundo obre ro hasta “mezclar su sudor con el sudor de los obreros” (2): tal como lo describe el Rvdmo. P. General: cumplidor de la observancia regular y evangelizador de las gentes destacado por la estima y práctica de la, pobreza seráfica (3), de la cari dad fraterna (4), y de la humildad evangélica (5). Tomaría el carácter placentero de un san Félix de Canta ndo, el celo apostólico de san Lorenzo de Brindis o del beato Diego de Cádiz, la devoción a la Santísima Virgen de un mn Conrado de Parham; lo haría penitente como el beato Bernar do de Corleón, alegre corno el beato Crispín de Viterbo, íraba- (1) Discurso a -lo s Padres del Congreso Interprovincial ( “ Bole tín Of.’ , 3, 1948, p. 176). 1 (2) Carta al P. General (Ibid., 4, 1949, p. 6). (3) Circular de 5 junio 1949 (Ibid., p. 115-121). (4) Id. de 17 sept. 1949 (Ibid., 5, 1950, p. 1-7). (5) lid. de 4 dic. 1950 (Ibid., d. 37-44).
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