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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 309 septiembre de 1949, a la que asistieron los jacetanos, la inmensa mayo­ ría; terciarios. Su estandarte fué el único que se desplegó en la proce­ sión de Sangüesa y en la Misa de la basílica de Javier. PAMPLONA ( San Antonio) EL día 5 de octubre de 1940, quedaba establecida canónicamente en la iglesia de San Antonio la nueva Hermandad de la Orden Tercera con los terciarios de la ciudad, más los de Villava, Arre y Burlada. Los miembros de la Hermandad, que al principio eran 97, hoy pasan de mil: 210 Hermanos y 800 Hermanas. Se tienen mensualmente las juntas de celadores y celadoras, las juntas directivas, la instrucción particular a los novicios y la función mensual, con los Misas de comunión. Al día siguiente de la función mensual se tiene el retiro, con plática en la Misa de la mañana y me­ ditación con examen de Regla por la tarde. Cada mes se socorre con 550 pesetas a los pobres de la Herman­ dad, a los cuales se obsequia en Navidad con un aguinaldo de comes­ tibles y ropas; en 1949 ascendió el importe total de este aguinaldo a 6.855 pesetas. Las Hermanas terciarias, en unión con las de la Pís Pnión de san Antonio, trabajan en el Ropero Seráfico, que prepara dos repartos de ropa al año, cada uno de cien lotes. Ha tenido también la Hermandad sus actos de propaganda, como los celebrados en Espinal, Garralda y Echarri-Aranaz. Pero el acto más grandioso fué el que tuvo lugar en el paraninfo de los Institutos el día 23 de mayo de 1948, para enaltecer la figura del nuevo beato terciario, Contardo Ferrini; fué presidido por el señor Obispo de Pam­ plona. Por iniciativa de la Hermandad de San Antonio de Pamplona se realizó en septiembre de 1949 la magnífica peregrinación a Javier, en la que participaron la mayor parte de las Hermandades de la Provincia. Del convento de San Antonio depende la Hermandad de Huarte- Pamplona. EJEA DE LOS CABALLEROS No bien establecidos los capuchinos en esta importante población de las Cinco Villas, implantaron Ja Orden Tercera, que iba adquiriendo cada vez más profundo arraigo entre los buenos ejeanos; y hubiera lle­ gado a ser una Hermandad pletórica de vida, de no haber tenido que salir de allí los Padres por razones de todos conocidas. Los fervorosos

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