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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 263 a Pingliang, donde les esperaba el nuevo superior regular, P. Sigbert de Bohlinger; en su compañía pasaron las primeras Navidades en China, en la que pronto sería capital de nuestra futura Prefectura. Después se dirigieron a Tienshui para besar el anillo del Vicario Apostólico, Mons. Walleser. Allí descansaron, mientras se familiariza ban con los rudimentos de la lengua china, hasta el mes de abril, en que el P. Gregorio y el P. Andrés regresaron de nuevo a Pingliang, para quedarse definitivamente en esta ciudad, acompañados en un principio de cuatro capuchinos alemanes. La situación en China, y en particular en el Kansu, iba empeorando. En el territorio de la misión de los capuchinos prodújose por entonces un movimiento de política antiextranjera y anticristiana que ocasionó serios conratiempos a los misioneros. Por otra parte, la invasión de las provincias del noroeste de China por las tropas del general Feng Yu Siang, protestante de religión y favorable a los misioneros, trajo nue vos transtomos y los capuchinos tuvieron que ver ocupadas sus esta ciones misionales por soldados sin poder remediarlo. Llegado el verano de 1927, los Padres alemanes fuéronse a pasarlo con sus connacionales, dejando a nuestros dos misioneros solos al frente de cinco residencias muy distantes entre sí, sin conocer a fondo el chino y a merced de aquella soldadesca. A los dos días recibían carta de los Padres alemanes en que les referían -cómo al atravesar el monte Koán- zan fueron asaltados por unos bandidos mahometanos y despojados y apaleados sin piedad. Los dos Padres se instalaron en las dos estaciones más importantes del territorio: el P. Gregorio en Chengyuen y el P. Andrés en King- chwan; la primera muy expuesta a las acometidas de los bandidos y la segunda a merced de las tropas regulares. Entre tanto se celebraba en Pamplona la despedida de una segunda expedición, compuesta de los Padres Tarsieio de Villava, Fulgencio de Bargota, Julián de Yurre y Rafael de Gulina, que recibían el crucifijo de manos del señor Obispo de Pamplona el día 15 de agosto. Al día siguien te partían para Génova; el 3 de octubre desembarcaban en Shanghai. Aquí permanecieron diez y ocho días esperando la llegada del P. Simón de Bilbao, que procedente de Chile, debía sumarse a la expedición. El viaje continental de esta segunda expedición fué mucho más la borioso y lleno de graves riesgos que el anterior. La marcha de la gue rra civil les obligó a dejar la ruta ordinaria para tomar otra más larga y desconocida. Remontaron en la primera etapa rápidamente el Yang Tze Kiang en una gasolinera desde Shanghai a Hankow. Como el ferro carril estaba interceptado, hubieron de proseguir el viaje fluvial por el río Han, para lo cual contrataron cinco naves chinas sumamente estre chas e incómodas, que habían de arrastrar con cuerdas cuando el vien to fallaba. En Lao-Ho-Kow desansaron y contrataron nuevas embarca ciones. A l atravesar ¿1 día 15 de diciembre por entre las abruptas mon tañas del Hupe y del Shensi fueron asaltados a tiros por una banda de ladrones, de cuyas manos pudieron salir milagrosamente sanos y con los equipajes íntegros. El del mismo mes llegaban a Hing Ngan Fu,
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