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262 FECUNDA PARENS siendo grandísimas, tanto por razón de las distancias y de las malas co­ municaciones, como por las incursiones de los bandidos militarizados y la inestabilidad política. Llegan nuestras primeras expediciones El día 22 de agosto de 1926 se celebraba*¡gn Pamplona la despedida •de la primera expedición de misioneros voluntarios: eran los Padres An­ tonio Andrés de Lizarza y Gregorio de Aldaba, ambos profesores del co­ legio de Lecároz. Al día siguiente salían camino de Génova, donde em­ barcaban para Shanghai el 4 de septiembre; el 12 de octubre, fiesta de la Patrona de nuestra Provincia, ponían el pie en China. Y podían percatarse de la situación de su nueva patria adoptiva. Desde que se fundó la República en 1912, dos partidos a cual más pode­ rosos se disputaban con las armas las riendas del nuevo poder: los nor- distas y sudistas, Pekín y Cantón. Las Provincias orientales estaban aso­ ladas por la guerra, y en las occidentales, lejos del influjo directo de los contendientes, imperaba el más espantoso desorden. El fundador de la República, Sun Yant Sen, ante la actitud de las potencias extranjeras, que le negaban su apoyo, se vió obligado a volverse hacia Rusia, con lo que el comunismo se fué enseñoreando de los principales centros de in­ fluencia política y cultural y fué incorporado al mismo partido nacional; hasta que alarmado Kiangkaishek de la preponderancia que iban adqui­ riendo los comunists, los puso de nuevo fuera de ley. Estos se acanto­ naron en algunas montañas al Sur del río Azul, de donde al cabo de diez años, les veremos rompiendo el cerco gubernamental, emprender • través de dicho río la heroica marcha hacia el norte de China, para es­ tablecerse precisamente al norte de nuestra misión y de la de los Pa­ dres Franciscanos de Cantabria. En tales circunstancias llegaban nuestros primeros misioneros a Shanghai. Aprovechando una de las treguas de la lucha, partían el 1E de octubre para Yenchoufu, en la provincia de Shangtung, misión de los Padres del Verbo Divino. Aquí estuvieron hasta el 24 de noviembre, fe­ cha en que emprendieron su viaje al interior, a pesar de la carta del mi­ nistro de España en Pekín, Sr. Garrido Cisneros, que les aconsejaba sus pender el viaje, fundado en la nota que había recibido del gobierno chi­ no sobre la situación anormal de la provincia de Honan. Iban en com pañía de tres Padres capuchinos alemanes, cinco misioneros del Verbt Divino y cinco religiosas del Espíritu Santo. Los tres primeros días via jaron con un frío intenso en un vagón de mercancías sin puertas ni ven tanas, en compañía de soldados que marchaban al frente. A l cabo de tres días llegaron a la ciudad de Chenchow, donde cam biaron el tren por pequeños carromatos, uno para cada misionero, harte más incómodos que el vagón que habían dejado. En un viaje lleno di peripecias y de molestias lograron por fin entrar en el Kansu por King chwang, primera residencia misional a la entrada del valle de Pingliang regentada por el P. Walter, capuchino alemán, sumamente amable y ca ritativo; después de andar noventa kilómetros del valle, llegaban el 2:

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