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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 251 Nuestros misioneros En el primer lustro de nuestro apostolado en Guam, la madre Pro vincia destinó seis sacerdotes, tres de los cuales ya trabajaban en las Marianas y quedaron agregados a Guam, y otros tres hermanos legos a los cuales se agregaron luego otros tres, enviados de Navarra directa­ mente. Fue notable el éxito de los primeros trabajos misionales ocn que nuestros Padres secundaron la vigorosa iniciativa de Mons. Olaiz, a pe­ sar de la prevención de los ocupantes militares y civiles de la Estación Naval Americana. Los naturales, acostumbrados al trato con misioneros españoles jesuítas y agustinos, se entregaron dócilmente a la insinuante caridad y desinteresado celo de los capuchinos. No está demás advertir el carácter de aquellos chamorros con el cual hubo que contar desde el principio para conquistarlos para Dios. De raza micronesia, son de sí dóciles para dejarse gobernar paternalmente, pero su docilidad se resiente de inclinación muelle y acomodaticia a cuanto les trae ventajas materiales de vida fácil, lo cual les expone en Guam a entusiasmarse demasiado por los amos extranjeros a quienes conceptúan de raza superior, les dan pan y trabajo y cierta ilustración superficial que les convence, y comodidades de vida civilizada muy bien avenidas con su temperamento sentimental y apasionado. Los chamorros son muy amantes del hogar familiar y muy dados a prácticas piadosas de religión en el culto católico, cuyo esplendor satisface bien su sentimen­ talismo, hasta ahora favorable a su fidelidad a la Fe recibida de Espa­ ña, cuya educación sólida y vigorosa ha contrapesado lo superficial de su espíritu acomodado por tradición a la indiscutida autoridad de los Padres misioneros. Tales son los pobladores de la Isla evangelizada con verdadero cariño y espíritu de sacrificio por los Padres misioneros, ja­ más comprendidos por los americanos, cuya influencia es y era nociva a lia vida moral de los chamorros más sensiblemente que a sus creencias dogmáticas. La actitud de los gobernadores y demás elementos dirigentes de la Estación Naval para con el Vicario Apostólico y sus misioneros fué desde el principio deferente, sin ostensible interés proselitista por sus sectas protestantes, y aun de apoyo con toda su autoridad a la acción morali- zadora de los misioneros. Estos, sin embargo, notaron enseguida la resis­ tencia, más o menos disimulada, del nacionalismo americano manifes­ tado en el tenaz empeño de difundir la lengua inglesa y poner obstáculo a la conservación y utilización para la cultura religiosa y cívica de los idiomas de su propio país, a cuyo aprendizaje se entregaron los misione­ ros para mejor llegar a las almas y conservar la pureza de la vida fa­ miliar y social que garantizaba la perseverancia de los buenos cristia­ nos. Es indudable el progreso material de la felá desde que quedó en po­ der de Norteamérica; los mismos ocupantes se complacen en llamarla “ un pequeño paraíso” , pero para los chamorros la vida cómoda es tenta­ dora; y contra esa tentación lucharon hasta el fin nuestros misioneros, conscientes del peligro de seducción hacia lo prohibido por la conciencia

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