BCCCAP00000000000000000000139

CINCUENTA AÑOS DE VIDA 235 Ei 8 cié mayo de 1892 se abrió la capilla pública dedicada a la Divina Pastora, bendecida por el Excmo. Sr Nozaleda, y enseguida co­ menzó a darse a conocer la acción bienhechora de los nuevos, misione­ ros, bajo la dirección del piadoso y sumamente insinuante hombre de Dios el P. Berardo, el cual pudo regresar a la Península en 1895, de­ jando en su iugar al P. Alfonso de Morentin. A este abnegado y escla: recido misionero de nuestra Prvincia estaba reservado dar e! golpe de gracia a la popularidad de los capuchinos en Manila, fundando en la pequeña capilla la Cofradía de Nuestra Señora de Lourdes, apenas co­ nocida entonces de los fieles, pero tan favorablemente acogidá, que; el P. Alfonso tuvo que pensar en levantar un templo grande y lo comenzó sobre un plano muy bien ideado, de desarrollo paulatino, conforme re­ cibiera la ayuda de los devotos de Lourdes. Así llegó el año fatal de 1898, cuando España aceptó gallardamente el conflicto bélico creado al intento por Norteamérica en él Pacífica La ciudad de Manila fué duramente bombardeada por la Escuadra Ame­ ricana, mientras los capuchinos seguían su obra espiritual y La construc­ ción del nuevo templo. El P. Alfonso invitó a todos los fieles a invocar durante todo el mes de febrero a la Virgen de Lourdes para que pre­ servara de los estragos de la metralla la incipiente obra, haciendo con todo el público la promesa de dedicar solemnemente el templo a Nues- trá Señora de Lourdes, si salía indemne del gravísimo peligró de des­ trucción; como lo pidieron lo obtuvieron, y aún más, el favor se exten­ dió a toda la ciudad murada. Nada extraño, pues, que el 24 de septiem-' brede aquel año de durísimas pruebas pudiera abrirse al culto público el gran templo de Nuestra Señora de Lourdes, propiedad exclusiva de los capuchinos y centro de intensa devoción de todo el archipiélago filipino. Misioneros de Navarra y Vascongadas Aun cuando la misión de Filipinas no fué adjudicada a nuestra actual Provincia religiosa sino a fines de 1914, puede decirse que se nutrió de personal misionero casi en su totalidad con religiosos origina­ rios de Navarra y Vascongadas, razón por la cual incluimos en el catálogo total de misioneros de Filipinas a cuantos de los nuestros fueron allá bajo la autoridad del Rvdmo. P. Comisario General1como misioneros de Carolinas y Palaos y para ocupar la casa central de Ma­ nila. Tanto más, cuanto que la mayor parte de ellos permanecieron en Oriente hasta 1908; algunos, como el benemérito fr. Sebastián de San­ güesa, en Palaos, y otros, como el P. Daniel de Arbáoegui, hasta mucho después. Aun más, los que desde 1907 regresaron a la Provincia de Navarra-Cantabria-Aragón para incorporarse a ella volvieron casi to­ dos a Filipinas, una vez que aquella misión quedó definitivamente in­ corporada a nuestra Provincia. Asi, hemos de hacer notar que en 1903 llegaron al Archipiélago Los PP. Vicente de Pamplona, Cirilo de Artabia, Esteban de Eriete y Fran­ cisco de Santibáñez, con un hermano lego, fr. Dámaso de Biurrun. En

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz