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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 223 porción del número de sacerdotes y hermanos legos que, en adelante, se destinaran a él como colaboradores en su hermosa misión. Prueba de ello es el número de religiosos enviados a Chile-Argentina desde 1930 a 1940, que llegan a 46 sacerdotes y 9 hermanos legos: 55 religiosos. Mien­ tras tanto, el Comisariato intensificó la formación de personal propio, labor que acometió con férrea voluntad y gran sacrificio el M. R. P. An­ drés de Mendigorría, sabiendo la ardua tarea que en nombre de Dios echaba sobre sus hombros. Desde luego se reafirmó la primera prueba de Escuela Seráfica, con 40 niños en dos grados de instrucción prelimi­ nar, junto al Santuario de Nueva Pompeya. En 1930, como avisada de Dios, la señorita Mercedes Saavedra Zelaya ofreció generosamente una fundación en su estancia de “ San Luis” , con 100 hectáreas de terreno, donde podría levantarse, como se hizo, un hermoso edificio Escuela Se­ ráfica e iglesia, con relativa comodidad para las comunicaciones con la capital, por estar cerca del pueblo O'Higgins con ferrocarriles frecuentes. El día 9 de abril de 1930 el señor Obispo de La Plata autorizó gustoso el nuevo convento, y con fecha 22 de noviembre, la Santa Sede; el día 2 de octubre del siguiente año quedó constituida la comunidad, con su primer superior el R. P. Pío de Oricain. Allí se abrió el nuevo plantel áe vocaciones argentinas que ya ha dado sus primeros frutos. Lo propio se hizo en Chile, donde desde 1850 el primer Prefecto Apostólico, P. Angel de Lonigo, había intentado abrir una escuela de formación de vocaciones indígenas, previendo para el futuro de la Arau- canía; tal fué la idea fundamental de la construcción del conventa de Santiago, donde se abrió efectivamente un Noviciado, que fracasó antes de concluir el primer año; experiencia pesimista que hizo abandonar el proyecto e intensificar la aportación constante de personal misionero, durante cuarenta años, de todas las Provincias italianas. Cegada la fuen­ te por la revolución garibaldina, se acudió, como dejamos dicho, a las Provincias españolas, gobernadas por el Comisario General P. Joaquín de Llevaneras; éste también quiso prevenir los acontecimientos, como lo hiciera el P. Lonigo, y más estando la Orden Capuchina renaciendo de las ruinas causadas por la prolongada exclaustración de cuarenta- años, y sin personal con que atender las más perentorias exigencias conven­ tuales. A esto mismo obedeció la fundación del convento de Los Angeles en la misma frontera araucana, pero no pudo verificarse el intento, pre­ cisamente por absoluta escasez de personal que se dedicase a formar mi­ sioneros chilenos. Desde entonces nadie pensó en probar fortuna, a pesar de la persis­ tencia con que la Santa Sede sostenía y sostiene el propósito de obtener vocaciones sacerdotales para el clero y Ordenes religiosas en el país dón­ de la Iglesia queda establecida orgánicamente. Solamente cuando, inde­ pendiente de España, el Comisariato había de responder del futuro, se resolvió de hecho la dificultad, gracias al celo del R. P. Mateo de Huar- te, que indujo al gran bienhechor de los capuchinos don Javier Eizagui- rre, interesado en una fundación para nosotros en su fundo “ El Trán­ sito” . Dió en efecto dicho caballero 30.000 pesos chilenos y tuvimos para

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