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FECUNDA PARENS de ambos países que respondieran en lo futuro al destino señalado va suficientemente por nuestros misioneros capuchinos. Se multiplicaban las peticiones de nuevas residencias y no se po­ día atender a ellas; entre estas peticiones no podemos omitir la dei Sr. Obispo de Iquique, Mona. D, José Rodríguez Caro (hoy Cardenal Arzobispo de Santiago), dirigida al Superior Regular en 1922 para que fundara la Orden en su Vicariato Apostólico de Tarapacá, al norte de la República, incitándole a que personalmente hiciera una visita a la región, como lo hizo, saliendo para el norte el 12 de agosto, -acompañan­ do al Excmo. Sr. Nuncio Apostólico en Chile, Mons. Aloisi-Masella, en su misión de presidir el gran Congreso Eucarístico celebrado en Iquique; ocasión muy propicia para poder darse cuenta de la situación religiosa de la región salitrera, tan necesitada de auxilios religiosos. El Sr. Obis­ po le ofreció entregar a la Orden la misma Parroquia central del Vica­ riato, para facilitar el ministerio; de todo se redactó un informe dirigido a Roma, pero ante la enorme distancia de aquella zona respecto de San­ tiago, donde forzosamente habían de quedar casi aislados unos pocos misioneros, ya que no había posibilidad de que fueran muchos, no fué aceptada la oferta por los Superiores Generales, lo cual, sin embargo, fué una comprobación de la expansión obligada que tomó nuestro tra­ bajo, que no amenguó, sino que aumentó bajo el sexenio siguiente, bajo el gobierno del M. R. P. Agustín de Pamplona y del M. R. P. An­ drés de Mendigorría, Superiores Regulares. El acontecimiento señero que hemos de relatar en este resumen his­ tórico es la solemnísima coronación canónica de la Imagen de Nuestra Señora de Pompeya, verificada el año 1922, el 22 de agosto, de manos del Excmo. Sr. Nuncio Apostólico de Argentina, Mons. Alberto Torre- grosa. La ciudad entera desbordó todas las vías de acceso al Santuario, como testimonio clamoroso del prestigio adquirido por nuestros religio­ sos durante veinte años de ímprobo trabajo, que dió por resultado el acrecentamiento hasta lo increíble de la devoción popular a la Santí­ sima Virgen de Pompeya, y había conseguido convertir los escombros y los miserables tugurios que formaban la barriada de Corrales en 1900, en avenidas, jardines y vías espléndidas de comunicación. Lo cual ex­ citó la codicia del antiguo fracasado presbítero señor Broggi, quien in­ tentó en 1911 recuperar el santuario para los capuchinos genoveses, co­ mo lo hubiera conseguido a no ser por la oportuna y decidida interven­ ción del Sr. Arzobispo de Buenos Aires, quien manifestó a lai Sagrada Congregación que prefería cerrar el santuario a consentir que volvieran otra vez a la administración en que tan mal parado había quedado su prestigio. Durante los dos períodos de guardianato de los PP. Joaquín de Mendigorría y Agustín de Pamplona, desde 1927 a 1932, fué preciso am­ pliar el templo de Pompeya, invadido de continuo por multitudes pia­ dosas, lo cual también sugirió la idea, bellamente realizada, de fabricar -espacioso y magnífico claustro de estilo gótico, el más atildado, donde pudieran desenvolverse las peregrinaciones y descansar los peregrinos.

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