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218 FECUNDA PARENS vertido en centro social católico de toda la ciudad, gobernada, puede decirse, durante quince años por el P. Mariano; tanto era el prestigio y el ascendiente que se conquistó con su celo infatigable. Floreció desde el principio la Orden Tercera, los Jueves Eucarísti- cos, la Sociedad de Caballeros de Colón. Hijas de María, todo lo cual intensificaba nuestro ministerio en la ciudad, hasta tener 40.000 comu­ niones como mínimum cada año, sin contar las adminstradas en las dos capellanías del campo y algunas pocas msiones que podían aceptar con el reducido personal de trabajo. El convento de Santiago •a Desde el año 1907 en que nos lo entregó el Rvdmo. P. Prefecto de Araucanía, fue la residencia habitual del P. Custodio; merece por mismo atención especial en esta relación, supuesto que fué el centro de irradiación de todas las iniciativas en las dos Repúblicas durante treinta años. Fuera de la numerosa comunidad de Llavallol para aten­ der a la enseñanza del Colegio, las dos únicas comunidades nutridas de personal de acción fueron desde el principio las de Santiago y Buenos Aires. En Santiago se intensifica notablemente toda clase de ministerio desde el año 1906 en la ciudad con la catequesis dominical, que juntó desde el principio más de 500 niños y niñas; desde 1915 se les dedicó una Misa especial los domingos y fiestas, lo cual fué como estímulo para que se hiciera campaña catequística en todas las iglesias de la capital, tanto más necesaria cuanto que la enseñanza religiosa en las escuelas era y es deficientísima, y en algunos períodos de laicismo, nula. En ese año y a expensas de la Pía Unión de San Antonio, pudú levantarse sobre terrenos propios, en la parle opuesta al templo, un magnífico salón teatro con dos patios de desahogo para toda derivación de nuestras obras de celo fuera del templo; la Archidiócesis propuso como modelo la catequesis de los PP. Capuchinos y encargó al P. Igna­ cio de Pamplona, guardián del convento, la fundación y dirección de la Revista Diocesana Catequística, a la que desgraciadamente no supieron corresponder los Párrocos, como lo exigió el Prelado. Posteriormente, el R. P. Hilarión de Atáun fué el árbitro directo de toda la catequesis diocesana, para la que compuso un texto acomodado a todas las exigen­ cias pedagógicas y experiencias locales que él supo muy bien condensar y hacer valer hasta su muerte. Complemento de esta intensa y sosteni­ da campaña catequística fué la emprendida con los obreros desde mayo de 1920 con la escuela Nocturna, que duró hasta 1930, en que se trans­ formó, además, en diurna parroquial. Cada año solían predicar de 20 a 25. misiones de diez días por los campos y Parroquias pobres, lo que tenía ;í los Padres desplazados de la ciudad casi toda la primavera y el otoño, y producía gran apremio del trabajo en la ciudad, aunque la comunidad constara en aquellos años de 12 Padres y cinco Hermanos legos. El M. R. P. José de Legarda, Custodio, aceptó, además, el encargo de atender dos veces al año a los habitantes de las islas Juan Fernández

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