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CINCUENTA AÑOS DE VIDA 215 so arcángel san Miguel de Excelsis, que en la mente y devoción de su primer Párroco el P. José de Legarda, evocaba para todos el recuerdo del Príncipe celeste de Aralar; allí comenzaron a trabajar con solos dos Padres y dos Hermanos legos, venciendo toda clase de dificultades económicas y espirituales, dado el abandono en que había estado aquella población de casi cinco mil habitantes. Por el mismo tiempo surgió en Córdoba (Argentina) otra fundación, que acabaría por ser una de las mayores y más prósperas Parroquias encomendadas a los PP. Capuchinos. El promotor primero fué el Sr. Obis­ po de Córdoba, Mns. Fr. Zenón Bustos, franciscano de la Observancia, amigo personal en Buenos Aires del P. Agustín de Cáseda, cuyo celo y abnegación conocía muy de cerca. Aprovechó la visita del Rvdmo. P. Angel de Villava para solicitar la fundación deseada en su ciudad prelaticia con una carta insinuante en 1916. Tomóse muy en cuenta el deseo del Prelado por el M. R. P. Lucio de Obanos¿ Custodio regular, que acompañó a Europa de regreso al Rvdmo. P. Angel, y a su vuelta trajo consigo numeroso personal. Puso los ojos para aquella fundación en el P. Jenaro de Artabia, profesor de Llavallol y tan querido, que fué harto difícil conseguir de la Comisión que consintiera en privarse de sus actividades docentes y organizadoras. Diósele por compañero al R. P. Juan de Ansoáin, y el 27 de octubre de 1911 estaban ya en Córdo­ ba, hospedados fraternalmente en el gran convento franciscano, hasta que encontraron habitación a propósito en la misma zona del nuevo en­ sanche o Nueva-Córdoba, donde habían de trabajar tanto por las almas comprendidas en la demarcación parroquial hecha de antemano en las proximidades del templo de las Religiosas del Buen Pastor, que tenían a su cuidado la cárcel de mujeres, ofrecido a nosotros para el ministe­ rio parroquial. El día 24 de diciembre de 1911, fué nombrado primer Pá­ rroco el P. Jenaro, a quien luego se le unieron dos Padres más y un Hermano lego para iniciar la vida de comunidad en una casa arrendada, hasta que pasados tres años, comenzó la construcción del nuevo con­ vento e iglesia del Sagrado Corazón, sobre terrenos comprados a la mis­ ma Congregación del Buen Pastor. En 1915, el P. Artabia, como le llamaban con énfasis en toda la gran ciudad y aun en toda la República, había dominado de tal modo la si­ tuación, que llegó a ser el árbitro de cuantos conflictos privados y pú­ blicos se produjeron en Córdoba; era el hombre providencial para aque­ lla empresa erizada de dificultades. Cuando en 1916 quedó erigido ca­ nónicamente el convento, los Padres siguieron y aún siguen siendo ca­ pellanes del Buen Pastor y directores de conciencia de las religiosas, mientras atienden la populosa feligresía centrada ya en la magnífica iglesia gótica del Sagrado Corazón. Puede juzgarse el empuje inicial de aquella Parroquia con sólo apuntar que entre 1913 y 1914 se adminis­ traron 817 bautismos, 181 matrimonios, y se había asistido a 56 mori­ bundos; cifras que en 1919 se habían ya cuadruplicado durante el go­ bierno parroquial del R. P. Juan de Ansoáin, sucesor del P. Jenaro. Este movimiento ministerial, lo mismo en Chile que en Argentina,

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