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214 FECUNDA PARENS difícil, quiso Dios nuestro Señor que la Provincia tomara sobre sí la Obra Educacional de la Colonia vasca, numerosísima en Buenos Aires, que había formado una sociedad llamada EUSKAL-ECHEA, derivada de la más antigua LAURAK-BAT. La petición llegó a los Superiores de Navarra, mediante el Rvdmo. P. Joaquín de Llevaneras, fundador del gran Colegio de Lecároz, cuyo renombre inspiró a los iniciadores del Colegio de Llavallol a llamar a los Capuchinos para fundarlo y regentarlo; sucedía esto en 1904, y cre yóse prudente esperar el informe de visita del M. R. P. Provincial en santa Visita de la Custodia; aceptólo en efecto el nuevo Definitorio ele gido en 1906 y encargóse su ejecución al P. José de Legarda, nombrado Custodio de la Misión americana, quien abrió el incipiente Colegio en 1903, poniendo en él como iniciadores del trabajo a los PP. Narciso de Sangüesa, Román de Lizarraga y Domingo de Abárzuza, mientras él, de viaje por Europa para asistir al Capítulo General, a su regreso llevó consigo todo el cuadro de profesores, al frente de los cuales llegó el R. P. Remigio de Pamplona, primer rector del colegio de Llavallol. Ardua fué la labor de aquellos principios, puesto que los señores pre sidentes de la asociación Euskal-Echea no tenían aún muy perfilados sus intentos sobre el alcance y carácter pedagógico de su obra educacional; fué necesaria la dirección y la prudencia de nuestros Padres, para en cauzar la magnífica obra, de manera que pudiera llegar aldesarrolle y eficacia que al presente alcanza. Las peticiones de más personal eran continuas conforme se agran daban las perspectivas de nuestro ministerio en Argentina, y la madre Provincia pudo enviar a Sudamérica en el primer decenio de su vida autónoma, cuarenta y un sacerdotes y treinta y cinco hermanos legos. Al Comenzar el segundo decenio En el año 1910, el Rvdmo. P. Angel de Villava hizo en la Custodia una visita “ ad referendum” , que debía llevar a Roma la magnitud de la empresa sostenida en ultramar por la Provincia de Navarra puesta en el trance de enviar allá todo el personal apto que fuera formándose y que absorbía casi toda la vitalidad de nuestros colegios. El Rvdmo. P. Visitador General apreció sin reservas lo hecho y lo proyectado en Chi le y Argentina, y aún autorizó personalmente la fundación de un nuevo convento en Viña del Mar (Chile), en estudio desde hacía cuatro años,« insistentemente pedida por los centenares de habitantes de los cerros o prominencias costeras que miran al Océano Pacífico, todas ellas pinto rescas por la profusión de casas-quintas, jardines y pequeños barrios po pulares, vecinos al gran puerto de Valparaíso. El Sr. Arzobispo de San tiago, Prelado diocesano entonces de aquella dilatada zona marítima, aprobó con verdadero entusiasmo el proyecto de los PP. Capuchinos para establecerse en medio de aquellos poblados de la costa, donde des de muy antiguo meditaba él erigir una Parroquia que los atendiera, se parándola de la ya superpoblada de Viña del Mar. En 1937 pudo em pezarse la obra del nuevo convento, escuela e iglesia dedicada al glorio
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