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212 FECUNDA PARENS a Chile el M. R. P. Gabriel, recibió del Rmo. P. Burcardo de Roettingen la propuesta de entregar a la Custodia el hermoso convento de la capi­ tal, qué serviría de residencia a los Superiores de la misión y sería ei centro de Jas actividades que habrían de desarrollarse ante el supremo gobierno de la República, en favor de la Prefectura. Autorizada la en­ trega en Roma, los Superiores de la Provincia lo aceptaron el 3 de julio de 1903, con lo cual, nuestro apostolado quedó fraternalmente vinculado al de la Provincia de Baviera, cada uno en su respectivo territorio, pero en la más cordial colaboración. El primer guardián del convento de Santiago, incorporado a la Cus­ todia, fué el M. R. P. Lucio de Obanos, exdefinidor y primer asistente de Chile-Argentina; toda la energía y temple de alma de que estaba do­ tado ampliamente, fué necesario para unificar la Comunidad y la con­ tinuidad del extenso ministerio con tres Padres españoles y seis Padres italianos, muy ancianos y de difícil adaptación, precisamente por ser tan venerables y queridos de toda la ciudad y sus alrededores, donde habían trabajado con éxito por todos reconocido, casi durante 40 años. Distin­ guíase entre ellos el Vble. P. Fortunato de Liorna, hombre de Dios, v e ­ nerado como santo, quien desde el primer momento se incorporó a la Custodia y apoyó con todo su gran prestigio a Jas iniciativas de los Pa­ dres españoles, hasta su preciosa muerte acaecida en Santiago en 1908. Digno es también de especial memoria el Vble. Uno. fr¡. Miguel d<j Ci- rauqui, llegado a Chile en 1889 y destinado a la fundación de Los Ange­ les, donde murió en olor de santidad el año 1904; Jos do:( mencionados son todavía muy invocados como santos por el pueblo chileno de Santia­ go y en la región sur. Primera visita canónica El Definitorio Provincial pesó bien la responsabilidad creciente que le incumbía para el porvenir de la misión, por lo que acordó que el M. R. P. José de Legarda, Ministre Provincial, girara la visita canónica a la Custodia; en ella empleó seis meses del ¿'ño 1904, díurante los cuales pudo penetrarse bien del inmenso campo de acción que los misioneros tenían por delante, q w imponía la necesidad de aportaciones metódicas y abundantes de personal, para ello era preciso plantar bien y desarro­ llar mejor la escuela seráfica, como se hizo con el auxilio pecuniario de 40.000 pesos chilenos, legado de una señora de Santiago para la for­ mación de nuevos misioneros. Fué, pues, iniciada en el convento de Es- tella y trasladada al nuevo Convento-escuela seráfica de Alsasua, donde ,se han formado todos los misioneros que en estos últimos 40 años han llegado a las costas del Pacífico en Chile y a las orillasjdel t í o Plata en Argentina, que, como se verá más adelante, pasan de doscientos sacer­ dotes. Cumplido el término de su provincialato, el P. José aceptó gustoso el cargo de Custodio de Chile-Argentina, a donde se trasladó er\ sep­ tiembre de 1906, acompañado de tres nuevos misioneros sacerdotes y puatro hermanos legos; esta expedición marca el principio de la regu-

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