BCCCAP00000000000000000000139

210 FECUNDA PARENS chilenos de las diócesis de Concepción y Archidiócesis de Santiago, los señores Obispos los retuvieron muchos meses en labor tan fructífera, lo cual comprometió definitivamente el apostolado entre los indios ma­ puches, situados más al sur del río Cautín, y forzó al Rmo. 'P. Alejo de Barleta, último Prefecto italiano, a buscar otra Provincia de la Orden para sustituir a las Provincias italianas; fueron los Padres de la Pro­ vincia de Baviera quienes por fin se hicieron cargo de la Prefectura. Así quedó deslindado el campo de apostolado entre las dos Provincias de Baviera y Navarra: aquélla para las misiones de la Prefectura Apos­ tólica, de Cautín al norte, abarcando ésta las diócesis de Concepción, Santiago, Antofagasta e Iquique, que entonces tenían a su cargo todo el territorio chileno eclesiásticamene organizado. El M. R. P. Pedro de Usún aceptó la fundación del convento de Los Angeles, casi fronterizo con la Araueanía, mientras recibía insistentes invitaciones de otros Obis­ pos para otras fundaciones y misiones parroquiales; y este apremio es el que le obligó a su viaje a España, en tanto que el Rmo. P. Angel de Villava enviaba a Chile tres Padres y un Hermano y llegaban también otros cuatro Padres y tres Hermanos más de la misión de Colombia, co mo alumnos de la nueva Provincia de Navarra-Cantabria-Aragón. No contaba el anciano y bondadoso Padre Pedro con que le obligarían a quedar definitivamente en la Provincia al frente de su gobierno; pero aceptada la carga, pensó en seguida en formar un buen plantel de m i­ sioneros y asi ayudar desde lejos a la querida misión chilena. En la Argentina Menos aún sospechó el primer Ministro Provincial de Navarra que tendría que extender su solicitud al ctro lado de los Andes, fen la Repú­ blica Argentina. En Buenos Aires vivían desde 188G los capuchinos genoveses, en una fundación erizada de graves dificultades, en el suburbio sur de la gran Metrópoli del Plata. Habíalos comprometido en una obra benéfica, al amparo de Ja Virgen de Pompeya, un sacerdote italiano de dudosa probidad que obligó, por fin a nuestros hermanos de pénova a compro­ meterse gravísimamente ante la Curia Arzobispal y ante una sociedad de señoras que vieron la mala fe del susodicho presbítero italiano; los capuchinos tuvieron que responder de dinero que no habían recibido, y el descrédito público les hizo pensar en abandonar la obra en manos de otra Provincia de la Orden, a cuyos Superiores Generales- acudieron en demanda de auxilio y sustitución, a principios del año 1900, después de haber inaugurado con gran pompa el Santuario de Ntra. Sra. de Fom- peya, con lo que ponía un pie forzado y erizado de tropiezos para sus sucesores. Esta fué la ocasión que confió a las manos de nuestra Provincia la misión de Argentina; pero impuso a la naciente Provincia un esfuerzo desproporcionado a sus recursos personales, a pesar de lo cual se aceptó la propuesta dél Definitorio General; y al año siguiente ya estaban en

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz