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208 FECUNDA PARENS por los Superiores y los éxitos conseguidos, ponemos la premisa nece saria para formar la prueba concluyente del espíritu predominante en te nosotros hasta ahora, y la garantía para el futuro, mientras todos y cada uno de nosotros tenga en su ánimo el deseo de continuar tan san tos principios y de hacerlos más fecundos en lo venidero, pese a todas las vicisitudes de los tiempos y a la malicia de los hombres. Dos dificultades no pequeñas hemos encontrado al cumplir el com promiso de escribir esta pequeña reseña histórico-misional de nuestra Provincia: Primera: la proximidad de los acontecimientos en los que fueron actores gran número de Padres y Hermanos que todavía viven, gracias a Dios. Aunque otra cosa parezca, los hechos realizados por hombres influidos de circunstancias a veces muy personales, se aprecian mejor estudiándolas a cierta distancia, que no desde muy cerca. La misma v i sualidad de los objetos que impresionan materialmente nuestras pupi las, exige su propia luz y conveniente distancia, so pena de percibirlos desfigurados. Los actos humanos aparecen deformados cuando no se estudian desligados de apasionamientos del ambiente en que se produ jeron. Era, por tanto, preciso decir la verdad de nuestra labor misional, sin dejarse envolver por prejuicios ni miramientos personales, ni herir susceptibilidad alguna con lo que es prudente decir y con lo quej sola mente se deja entender. La segunda dificultad es que, al relatar el proceso de nuestra labor misionera, deben darse por supuestos fracasos personales en la dirección y en la ejecucción de los mejores proyectos. Sería por lo mismo infan til empeñarse en hacer creer que todo ha sido éxitos y avances, y que todos los misioneros han sido modelos, como superiores o como súb ditos. Entre casi 400 religiosos movilizados para ultramar en nombre del sublime ideal franciscano, ha habido quienes no supieron correspon der a su vocación. Lo admirable es que esos fracasos personales nunca se hicieron colectivos, sino que, pese a la humana fragilidad, el campo misional encomendado a nuestra Provincia haya florecido siempre y fructificado en abundancia, para gloria de Dios y honor de la Iglesia. A muchos quizá parecerá nuestro trabajo demasiado ceñido a lo fundamental y práctico de nuestro apostolado, pero confiamos en el buen sentido de la mayoría que no buscará un trabajo de muchas pá ginas y en ellas emociones pasajeras, sino lecciones estables, puesto que la historia es maestra de la vida si se estudian, en ella las causas ínti mas de los acontecimientos y las finalidades verdaderas conseguidas, pese a entorpecimientos accidentales vencidos, o a éxitos brillantes de un momento, que nada influyeron en el proceso vital de una labor sos tenida por la gracia de Dios, por la formación cristiana de los jóvenes bajo la dirección de los Superiores, por la colaboración de los súbditos, identificadas con los planes de Dios, y por el sacrificio, a veces muy escondido y quizás para siempre ignorado, de cuantos, sin ir a las mi siones, han dado lo mejor de sus vidas por ellas, como es nuestro abne gado profesorado y nuestros hermanos legos,
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