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202 FECUNDA PARENS n —Frutos de nuestra labor. La enseñanza es un apostolado. El nuestro, por lo tanto ha sido in­ tensísimo, consistente en la formación intelectual recta de tantos miles de alumnos a quienes sistemas educacionales laicos hubieran desviado o mantenido para siempre fuera de la órbita del cristianismo, y a los que nuestra labor callada y constante ha preparado para superar esa dificultad. Aparte de que muchos de ellos han ingresado al Colegio sin la más ligera noción de religión, cábenos el santo orgullo de haber co­ laborado como buenos en la conservación de las santas tradiciones reli­ giosas de nuestros hermanos de raza, para quienes principalmente se creó Euskal-Echea, y de haber contribuido como pocos a la elevación del am­ biente cultural religioso en nuestra zona de influencia que tan hermosos frutos ha dado. Es indudable que en la Argentina se ha dado un paso muy en firme hacia el catolicismo, cuya influencia es mucho mayor y cuyo prestigio es decisivo. No ha de ser vana lisonja el pensar que en ello nos cabe nuestra parte de gloria al haber contribuido a la instruc­ ción científico cristiana de las clases dirigentes. Frutos de otra índole han sido el alto concepto que de nuestra Orden se tiene en el ambiente cultural, la frecuencia con que se nos llama para asistencias espirituales, ministerio, atención a Religiosas, etc. Pero nuestros frutos específicos han sido indudablemente los frutos directos de la enseñanza. Es elevado el número de los que deben al Colegio sus triunfos en la vida. Sobre todo en la colectividad vasca, a la que de ma­ nera particular se ha debido el Colegio. Abogados, Médicos, Contadores públicos, Ingenieros, iL eratos, Artistas, especializados en todos los ra­ mos del saber han brotado como en tierra bendecida en las filas de nuestros alumnos. No se ha hecho el recuento completo, pero, el día en que se haga se verá cuánto debe Argentina a aquella incipiente ¡Ins­ titución que en 1908 comenzara sus funciones, y que hoy es árbol gi­ gantesco, como el roble que sombrea uno de sus patios, a cuya sombra viven millares de familias, y ante la cual se inclinan respetuosas ban­ deras patrias reconocidas y agradecidas. S.—El porvenir. El porvenir no deja de tener sombras. ¿Cuándo una obra de Dios dejó de tenerías? Es su sello distintivo. Y la nuestra la tiene. Colectivas y particulares. La iabor ebsorcionista de los poderes modernos en casi todas las naciones, que en su afán de monopolizar la enseñanza, ¡restan toda posible iniciativa a la enseñanza privada, obstaculizando directa o indirectamente su labor; el coste exagerado de la vida, que al elevar los precios, está llevando a cifras casi prohibitivas el pago de los inter­ nados; y otras razones de distinto carácter, son sombras que en el ho­ rizonte de nuestro porvenir, destiñen la risueña esperanza que un pasado glorioso presagia para nuestro Colegio de Euskal-Echea. Empero la Divina Providencia que hasta el presente nos mantuvo, hará que en el porvenir EUSKAL-ECHEA sea nido cálido para nuestros

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