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154 FECUNDA PARENS Instalados en un pequeño pabellón, junto a los empleados, con vis tas al parque-jardín, con una exigua biblioteca de unos seiscientos vo lúmenes, como únicas armas de trabajo, se lanzaron con todo ardor a una labor lenta y callada. Presto se dieron cuenta de que, además de dirigir la asociación de Hijas de María, ya existente, y prepararlas para la Acción Católica, era preciso congregar y reanimar a un grupo disperso de terciarios, proce dentes de diversos centros, y echar mano de ellos para iniciativas de apostolado y de propaganda. Entre las religiosas, atendieron con esmero particular a las Concep- cionistas Franciscanas, que después habían de ser las que más contri buyesen a nuestro incremento y desarrollo en la fundación de Logroño. De esta forma el ministerio de los capuchinos se iba dando a co nocer al exterior y con él adquiría prestigio ante la población y ante las autoridades. Había transcurrido un año largo, cuando llegó el Capítulo Provincial de 1945; en él fué renovado en el cargo de Presidente el P. Jesús de Cañas. Trasladado el P. Gregorio a San Sebastián, fueron destinados sucesivamente como profesores del asilo los Padres Pablo de Zabaleta, José Luis de Sangüesa y, más tarde, el P. Venancio de Torres. Él P. Pas tor de Arráyoz estuvo cerca de medio año de párroco en El Cortijo. En la nueva parroquia El nuevo Provincial, M. R. P. Ricardo de Lizaso, seguía con aten ción, aunque sin prisas, la marcha de la fundación de Logroño. Obtuvo la autorización del Rdmo. P. General y reglamentó, en lo posible, la vida de la comunidad conforme a nuestros usos. Trató repetidas veces con el señor Obispo de Calahorra, Dr. García Martínez, sobre la fun dación de la nueva paroquia de Nuestra Señora de Valvanera, que el prelado quería encomendar a los capuchinos. Después de algunas dila ciones, el P. Provincial delegó al P. Jesús de Cañas para que abordase al señor Obispo y obtuviese algo definitivo. El éxito de su gestión fué afortunado; al día siguiente se le comunicaba la concesión de fundar la parroquia de la Virgen de Valvanera en condiciones más concretas y ventajosas y con todos los derechos y obligaciones correspondientes. Entre tanto los Padres seguían trabajando afanosamente, haciéndo se cada vez más eceptos y populares en la capital y en toda la Rioja que ya empezaba a conocer más de cerca a los capuchinos. En varias ocasiones pidió el prelado un Padre para consiliario de todos los obreros católicos de Logroño, sin que se le pudiera complacer por la escasez de personal. Lo mismo sucedió con otros ofrecimientos parecidos. Era evidente que los Padres de Logroño necesitaban independizarse de los establecimientos benéficos provinciales para llevar con mayor fidelidad la vida de comunidad y aunar esfuerzos en el desempeño de sus funciones parroquiales. Este ideal lo vió realizado el nuevo Ministro Provincial, elegido en el Capítulo de 1948, M. R. P. Florenco de Artavia,
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