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CONVENTO DE EJEA DE LOS CABALLEROS El convento de Ejea de los Caballeros, en la provincia de Zaragoza, ofrece un episodio breve de seis años en la historia de nuestra actual Provincia, con un recuerdo grato y enojoso al mismo tiempo: grato, por el entusiasmo rayano en el delirio que lograron despertar nuestras re­ ligiosos en el vecindario; enojoso, por las causas que motivaron el aban­ dono de esta fundación. En la villa de Ejea existía un antiguo convento de nuestra Orden, fundado en 1629, gracias a la generosidad de don Pedro Aznárez y de su esposa doña Rafaela Leoz y Beráiz, vecinos de la villa, quienes do­ taron la fundación con dos censales sobre sus propiedades, consignados al municipio de Ejea, para que con ellos respondiera de las necesidades del convento. En 1706, con motivo de la guerra de Sucesión española, en que los ejeanos se pusieron de parte del Archiduque, fué arrasado casi por com­ pleto el edificio en una incursión realizada por las tropas borbónicas. Los religiosos tardaron cuatro años en volver a habitarlo. Nueva y ma­ yor devastación hubo de sufrir en la guerra de la Independencia, por haberlo convertido los franceses en fortin. Expulsado el invasor, los ca­ puchinos volvieron a constituirse en comunidad el 20 de julio de 1814 y pudieron habilitar una parte de la fábrica del convento, destinando la planta baja para iglesia. Así continuaron hasta el 28 de enero de 1835, en que lo abandonaron en virtud de las leyes sectarias de 1835. El convento, pasado a propiedad del Estado por efecto de las leyes de desamortización, permaneció varios años sin aplicación alguna. En 1842 fué destinado a escuelas públicas, mediante la cesión gratuita de la Junta de Ventas de Bienes Nacionales en favor del Ayuntamiento de

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