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La tarea del Provincial de la postguerra tenía que ser delicada y difícil por necesidad. Volvían del frente y de los cuarteles cape­ llanes, estudiantes y hermanos jóvenes; el es­ tallido de la guerra mundial agrava la situa­ ción económica de España, ya de sí gravísi­ ma como consecuencia de la guerra civil, y las subsistencias encarecen de día en día, ha­ ciendo imposible el sostenimiento de nuestros Colegios. No obstante a todo se hace frente y la Provincia da muestras de haber sali­ do de la prueba remozada y vigorosa. La Cu­ ria Provincial se instala en el nuevo conven­ to de San Antonio. Se funda el convento de Ejea de los Caballeros. Se acude en ayuda de la Provincia de Valencia enviando misione­ ros a la misión de la Guajira. Una expedi­ ción preparada para el Kansu tiene que sus­ penderse por razón de la guerra mundial. La misión de Guam cesa de pertenecer a la Pro­ vincia y sufre la devastación de la guerra. Se reanuda el envío de estudiantes a las uni­ versidades en número considerable, se intro­ duce una nueva modalidad en nuestro apos­ tolado con la aparición de las escolanías en varios conventos. Se retrasa el ingreso en el Noviciado de nuestros estudiantes hasta des- pués del segundo curso de Filosofía. La apro­ bación de los escritos del P. Esteban alienta la esperanza de verlo pronto en los altares. M. R. P. Serafín de Tolosa (1942 - 1945) Todo anuncia en la vida de la Provincia una nueva época de prosperidad. La vida de nuestros Colegios alcanza su plena nor­ malidad; las vocaciones abundan. La aten­ ción principal en el trienio del P. Serafín es atraída hacia el importante asunto del nue­ vo convento y nueva iglesia de Zaragoza, que al fin se convierte en espléndida reali­ dad. Las asambleas de profesores y de pre­ dicadores, que comienzan a celebrarse al fi­ nalizar el trienio, señalan nuevos impulsos de superación. La Provincia acepta un nue­ vo sacrificio de personal para auxiliar a nues­ tros hermanos de Cataluña en la misión de Caquetá, mientras en Filipinas una jornada de martirio le arrebata nueve de sus opera­ rios y la Prefectura de Pingliang, incomuni­ cada. pasa los días más duros de su exis­ tencia. En Logroño, donde se establecen nues­ tros Padres, se abre a la esperanza una bue­ na fundación que incorporará la Rioja a nuestras actividades. M. R. P. Ignacio de Pamplona (1939 - 1942)

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